PRÓLOGO DEL LIBRO DEL XXX CERTAMEN DE RELATOS PICARRAL 2014
(DE TODO SE SALE)
De todo se sale, es posible, pero cuando uno está viviendo la angustia del paro, la penosa transición de una enfermedad o el desasosiego de un futuro incierto, le resulta difícil aceptarlo, sin embargo, la experiencia nos dice que es así, que con el tiempo todo se supera, como suele decirse, todo tiene solución, menos la muerte, pero qué difícil es ver la claridad en los días oscuros de la incertidumbre, caemos en el pozo de la desesperación con demasiada facilidad, pero sólo de nuestras manos depende que todo cambie, tras la bruma de los días aciagos existe un resplandor que nos espera, un fugaz haz de luz nos dice que, a pesar de todo, merece la pena vivir. Ya van treinta años de este Certamen Literario del Picarral, treinta años en los que hemos visto ir mejorando nuestro barrio, muchas veces muy despacio, pero gracias al tesón y al esfuerzo de los vecinos, podemos decir que se han conseguido logros que hace sólo unos años parecían imposibles, basta con echar la mirada atrás y situarnos en los comienzos de este proyecto de la mano de la Comisión de Mujeres Picarral, para descubrir, como dice la canción ¡cómo hemos cambiado! De aquellas calles sin asfaltar que se embarraban cuando apenas llovía, atravesadas por los tanques camino del campo de maniobras de San Gregorio; con un servicio sanitario y educativo lamentable, lleno de fábricas que lo inundaban todo con diversos humos y olores, ninguno de ellos agradable. Salíamos a manifestarnos para pedir que nuestro barrio no quedara en el olvido de las Instituciones, claro que para entonces, vivir en la Margen Izquierda no era vivir en Zaragoza, ahora podemos decir con orgullo que estamos integrados en nuestra ciudad como ciudadanos de pleno derecho. Es cierto que yo no viví aquella situación tan penosa, pero la conozco a través de los vecinos y los carteles que cuelgan de las paredes de nuestra Asociación con recortes de periódicos de la época donde queda patente la lucha vecinal por un barrio mejor, pero sí conocí el solar de la Caitasa y otros muchos solares poblados de ratas y maleza. Hoy las necesidades son otras, el paro, una mayor calidad de vida para nuestros mayores, la pobreza con cara de mujer y de niños/as, los emigrantes... Siempre hay necesidades que cubrir y caminos para luchar por un barrio más humano. Son ya treinta años, como digo, en los que con mucho esfuerzo y colaboración, ha ido saliendo hacia adelante este Certamen Literario que año tras año ha acompañado al crecimiento y mejora del barrio, desde aquel El entorno y yo de 1984, hasta éste De todo se sale, a través de lemas, casi siempre referidos al mundo de la mujer, no porque fueran ellas las que lo convocaban, sino porque era también una forma de reivindicar sus derechos, denunciar las situaciones de opresión en la que han vivido y, por desgracia, todavía continúan infravaloradas y postergadas en muchos ámbitos de nuestra sociedad, así, con estos lemas, estas incansables mujeres, nos han ido convocando a descubrir nuestro gusanillo literario para aportar un granito de arena a este Concurso que tan buenos y gratos momentos nos ha hecho vivir. Tenemos además el orgullo de haber contado tanto entre los participantes, como en los miembros del jurado y en el Aula de Adultos a exponentes consagrados de las letras aragonesas: Ángeles de Irisarri, Ana María Navales, Carmen Magallón, Carmen Bandrés, Ricardo Berdié, Alonso Cordel y Luis Irache, así como los profesores de Lengua y Literatura del Avempace que siempre han estado dispuestos a colaborar. De todo se sale, como aquel hombre que a la muerte de su madre se atreve a proclamar su identidad sexual ante los ojos desorbitados del duelo, un éxito literario puede derribar el muro que separa a un hijo de su madre, un emigrante tiene que alquilarse por horas para sacar a su hijo adelante y una presa puede encontrar la libertad en el cuidado de la hija de su compañera muerta, historias que no dejarán indiferente a nadie. No quiero terminar sin agradecer la participación de las residentes de la cárcel de Zuera y los relatos de los internos de la Residencia de Disminuidos Físicos de Aragón que con su frescura, sus ansias de libertad y sus ganas de vivir nos dan una lección cada año por estas fechas.
Ricardo Fernández Moyano
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