viernes, 31 de octubre de 2008

Gabriel García Márquez

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FRASES DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


He tirado al canasto miles de hojas de papel. Siempre es así: un cuento de 15 páginas me lleva 800; una nota periodística es el resultado de varias reescrituras. Cuando un texto se cae, lo abandono. Es inútil inyectar suero a un moribundo.

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Hay que aprender a desechar. Para escribir una buena narración no queda más remedio que tachar y tirar muchos papeles al cesto. Eso es lo que se llama sentido autocrítico, como decía Hemingway.

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Cuando termino un libro, deja de interesarme para siempre. Como decía Hemingway, es un león muerto.

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Tiene que suceder siempre algo en cada párrafo porque a la gente le gusta que le cuenten cuentos, no que solo le hagan descripciones y disquisiciones.

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Para escribir uno tiene que estar convencido de que es mejor que Cervantes; si no, uno acaba siendo peor de lo que en realidad es.


jueves, 30 de octubre de 2008

POEMA VII

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AURORA BOREAL

A Eva

Donde duerme la lluvia
y la brisa gime en silencio
huracanes de olvido,
montañas de hielo
brillan como cuchillos,
y la luna es un pájaro azul
que se resiste a morir
sin ver florecer en el cielo
la explosión de las estrellas.

Del libro inédito La voz en la memoria
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Traductores

ADN, septiembre de 2008

S.O.S. por la literatura universal

Los traductores reclaman mejoras en su situación laboral. A lo largo de los últimos años ha habido avances, pero también retrocesos, y recuerdan que sin ellos muchos no podríamos leer a los grandes autores

Carmen Álvarez

"Sin la labor de los traductores, no existiría la literatura universal". Así de tajante se mostraba la semana pasada el escritor Luis Alberto de Cuenca en el III Encuentro de Traductores y Escritores. Un grito reivindicativo de una labor que, según denuncian muchos miembros del gremio, pasa por horas más que bajas.

La demanda no es nueva. Salarios mínimos, plazos ridículos y encargos al más barato. Algunos profesionales lo tienen claro y prefieren decantarse por la traducción empresarial o técnica, más lucrativa que la literaria. Los que se mantienen, se quejan.

Una de las críticas más repetidas es el precio por página traducida o lo mucho que las editoriales tardan en pagar cada traducción. "Las tarifas llevan estancadas desde hace años y, en muchos casos, antes te pagaban por folio mecanografiado pero ahora lo hacen por número de caracteres, lo que provoca que se salga perdiendo alrededor de un 20%", explica Blanca Ortiz, traductora del danés de volúmenes como La caída del rey (Johannes V. Jensen).

Tampoco es nuevo que algunos editores prefieren hacer un sondeo para ver cómo están las tarifas o los plazos de de cada uno. Por supuesto, el más rápido y barato es el que tiene más opciones, como en toda ley de oferta y demanda que se precie. En algunas editoriales, además, se ha eliminado la figura del corrector de estilo, lo que también repercute, para mal, en la calidad del producto.

¿Respeto al original?

Leemos a Goethe, a Ovidio, a Shakespeare o a Auster y Pamuk, ¿pero quién nos asegura que lo que leemos es digno del original? Como expresaba en un artículo reciente Javier Marías, que durante muchos años fue traductor, "hoy hay muchos que creen estar al día y haber leído a los mejores autores extranjeros, cuando lo único que han leído es un burdo simulacro, patoso y lleno de infidelidades y errores, de lo que originalmente escribieron".

Por todo ello, las asociaciones de traductores proporcionan tablas de tarifas mínimas. Un mínimo que en muchos casos no se cumple y que se organiza atendiendo a diferentes variables. Los peor pagados son los de inglés y lenguas romanas. Los que mejor cobran son los de lenguas orientales.

Según la tabla que propone la ACEtt (la Sección Autónoma de Traductores de Librosde la Asociación Colegial de Escritores de España), un traductor del inglés debería encargarse de alrededor de una media de seis libros de 300 páginas al año para ganar en torno a 1.500 euros al mes. Ortiz, que compagina su labor con la docencia, insiste en que esto es más de lo que cobran muchos por trabajos similares.

Media sonrisa

Pese a todo, algunos traductores como Carlos Milla Soler defienden que a lo largo de estos últimos años hay motivos para alegrarse en el campo de la traducción. "Se ha formalizado como profesión, han aparecido trámites como el contrato o la Ley de Propiedad Intelectual, existen mejores diccionarios, los trabajos son más precisos...", enumera este traductor de John Le Carré, Salman Rushdie o John Irving.

Reconoce que los dos extremos conviven, esto es, los defensores de la importancia de una buena traducción y aquellos que sólo buscan abaratar costes aunque eso suponga reducir la calidad. Pero eso, tampoco es reciente. "Hace veinte o treinta años, ya se oía esto y había editoriales que prestaban poco atención a la traducción".

Algunos encuentran en las pequeñas editoriales un soplo de aire fresco. Impedimenta, Nórdica o Periférica dan peso especial a los traductores. Su valor está en la diferenciación, en la calidad, en el cuidado de cada detalles y su objetivo, como sintetiza Enrique Redel, director de Impedimenta,es ofrecer "obras que se lean, que se disfruten y que se guarden". Por eso, algo tan importante como la traducción no puede pasar por alto.

La situación mejora también con determinados autores y pesos pesados de las letras. "A veces el agente del escritor pide el curriculum y los datos del traductor y hace un seguimiento", explica Milla. En otros casos, es el temor a la crítica el que hace que se cuide más esta labor.

Son pequeños logros pero no consiguen colocar a esta figura en el lugar que debiera. Desconocidos en la mayoría de los casos, mal pagados o ninguneados, suya es la responsabilidad de que podamos leer en castellano a grandes y pequeños autores. Los poetas Antonio Colinas y Antonio Pereira pedían la semana pasada en el mismo encuentro que Cuenca que se le diese un estatuto de creativo. La demanda no debe ser desoída. Sin traductores, no hay literatura universal...




lunes, 27 de octubre de 2008

Yo también quiero ser escritor

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VANGUARDIA, septiembre de 2008

Yo también quiero ser escritor

Aunque cada vez disminuye el número de lectores, cientos de personas buscan convertirse en escritores profesionales

Por: Sylvia Georgina Estrada

Cada día son más las personas que deciden ser literatos profesionales y, consecuentemente, cada día se imprimen más obras a pesar de que los niveles de lectura no han experimentado unas cifras equivalentes al incremento del número de autores.
Cientos de nuevos escritores se sientan cada día ante una computadora, o en el peor de los casos ante unas hojas en blanco, y comienzan a escribir un poema, un relato, un cuento o una novela. Son los nuevos autores que se incorporan sin cesar a este grupo que sueña con ver publicadas esas líneas alguna vez y que su nombre sea conocido por los lectores. Sin duda, alguno de estos principiantes en el arte de la escritura conocerá la gloria verdadera y en algún momento del presente siglo hasta podría ser galardonado con el Nobel de Literatura o, tal vez mucho mejor, podría ver su obra convertirse en un best seller y ganar cifras millonarias como J. K. Rowling o Stephen King.
La situación no es nueva, desde que Gutenberg inventara la imprenta, a mediados del siglo 15, y se empezaran a publicar los primeros textos impresos, durante casi 500 años la capacidad de seleccionar, editar y lanzar libros al mercado se limitaba a unos pocos centros de influencia, generalmente de carácter educativo o religioso. Los avances tecnológicos y la producción en serie dieron un giro de 180 grados a la situación hace poco más de 50 años. Ahora son las grandes editoriales las que manejan el panorama y sus ejecutivos los que determinan qué es lo que se publica y lo que debe desecharse.
Y como las editoriales desechan la mayoría de los originales que reciben procedentes de los aspirantes a escritores, los autores luchan contra la adversidad y buscan nuevos caminos para que sus textos vean la luz.
Revistas y editoriales independientes, publicaciones universitarias y de gobierno, premios literarios y la autoedición son el escaparate en que los noveles creadores dan a conocer su material. A esto se le suma la omnipresencia de Internet, que se ha convertido en una opción fundamental para dar a conocer a nuevos autores.
Eduardo de Gortari, Manuel de Jesús Jiménez, Itzcoatl y Yaxkin Melchy son parte de esta red que busca difundir no sólo su obra, también su pasión por las letras a través de publicaciones independientes y blogs.
“Lo bueno de las editoriales independientes es que siempre tienen las puertas abiertas, la gente es excesivamente bondadosa como lo han sido con nosotros, pero tienen limitantes como que es más cara la colocación de libros en librerías y la distribución no es muy amplia, ese es el punto a vencer”, señala de Gortari, un estudiante de la UNAM que pertenece a un colectivo de poetas que da a conocer su obra a través de blogs y redes sociales.
Y parece que este nuevo camino es garantía de difusión, en el blog de este colectivo, reddelospoetassalvajes.blogspot.com, compuesto por 15 jóvenes cuyas edades oscilan entre los 18 y los 23 años, aparecen más de 2 mil visitas.

Originales rechazados y destruidos
Parafraseando a los textos de los libros sagrados, en el mundo editorial actual son muchos los llamados, pero pocos los escogidos. Según los cálculos más aproximados, cerca del 90 por ciento de los originales que se presentan a los comités de lectura de las distintas editoriales son rechazados. La incógnita a despejar es cuántos de esos originales merecerían haber visto la luz y cuántos es mejor que queden guardados para siempre en el cajón de los olvidos.
El escritor español Rafael Reig relataba recientemente en la revista “El Cultural” que cuando presentó su primera novela, “Esa Oscura Gente”, a principios de 1987 a las editoriales españolas más importantes (Tusquets, Anagrama, Seix Barral y Planeta), recibió “cartas amabilísimas” de sus responsables en las que argumentaban el rechazo del original en que éste no encajaba en sus planes “independientemente de su calidad literaria”.
El autor de novelas de notable éxito literario y de ventas como “Sangre a Borbotones” o “Autobiografía de Marilyn Monroe” se pregunta ahora “¿de qué narices dependía entonces (el texto) si no era de la calidad literaria?”.
Afortunadamente, y después de una serie de peripecias, Reig logró publicar aquella novela y abrirse un hueco en el panorama literario.

Las posibilidades de Internet
A pesar del tortuoso camino plagado de rechazos y dificultades, hay autores que no se resignan a ser ignorados y ponen todo su empeño en publicar a cualquier precio. Además de presentar sus originales a editoriales aún a riesgo de ser ignorados, muchos de ellos concurren a convocatorias de premios literarios, algunos de los cuales –según denuncias habituales de escritores y críticos– están amañados previamente y las posibilidades de ganar son casi las mismas que de lograr un premio importante de lotería.
Por otro lado, la explosión de los blogs en Internet ha ayudado a que cualquier persona conectada a la red puede convertirse ahora en emisor de historias. Pero como el blog a veces no es suficiente para difundir los textos, algunos autores buscan alternativas como la autoedición, o la publicación en websites que admiten textos remitidos por vía electrónica.
La autoedición comenzó a implantarse en 1985 con la introducción del software PageMaker de Aldus Corporation y de la impresora de LaserWriter de Apple Computer para la computadora Apple Macintosh. Desde entonces, la tecnología ha evolucionado y el proceso se ha vuelto más sencillo para las personas que quieren distribuir copias de sus escritos al margen de los circuitos comerciales.
Por ejemplo, el buscador “Google Books” asegura que “está haciendo mucho por los pequeños autores que quieren dar a conocer sus obras” en Internet y que ha contribuido a “expandir la existencia de todo tipo de libros en todo el mundo”. Ello se debe a que, gracias a esos avances en la tecnología de la impresión, muchos escritores no necesiten ya llegar a un acuerdo previo con una editorial para publicar un libro de papel con sus tapas correspondientes.
Ahora existen servicios de POD (Print On Demand, Impresión Bajo Demanda) como www.lulu.com, que permiten a cualquier autor imprimir hasta un solo ejemplar con una calidad aceptable y a un precio razonable.
Mediante este sistema, cualquier persona puede darse de alta y enviar a una cuenta su obra sin costo alguno. Y gracias a una serie de herramientas “on line”, el material se puede editar para transformarlo después en un libro como el que vemos en cualquier librería.
La clave de la impresión bajo demanda está en que cuando se adquiere un libro, por ejemplo, el comprador paga un precio que es fijado por el propio autor y que ha de cubrir los gastos de edición y envío del ejemplar, así como la comisión por venta que cobra Lulu. Esa comisión es de un 25 por ciento sobre la cantidad que el autor considera como margen de beneficio por cada libro que es vendido.
Lulu.com inició sus actividades en 2002 y el sitio ya ha sido lanzado en varios países. Según datos propios, publica más de mil 500 títulos semanales, y ha vendido ya más de medio millón de copias por este novedoso sistema de impresión bajo demanda, de un total de 55 mil títulos disponibles en el sitio web.


sábado, 25 de octubre de 2008

Talentos perdidos

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DIARIO DE LEÓN, septiembre de 2008


TALENTOS PERDIDOS


Ser un escritor de éxito como la Rowling


Los autores que empiezan consideran que la suerte es clave para publicar


Voces sin escuchar, obras sin leer y mucho talento perdido. En los buzones de las editoriales se apilan montañas de manuscritos que esperan a que una mano gentil los recoja y, en el mejor de los casos, los publique. Pero, por desgracia, no todos los escritores consiguen acceder al restringido mercado literario. Y los que lo hacen, coinciden en afirmar que la es el mayor peso de la balanza, porque la calidad hace tiempo que quedó en un segundo plano. En realidad, la suerte no es el único factor que decide si una obra pasa a formar parte del mainstream o engranaje de la literatura, pero sí que es uno de los elementos más importantes y quizá más aleatorio que entra en juego en las editoriales. Los comienzos en la escritura suelen ser duros y así lo confirma el hecho de que no haya escritores, salvo excepciones, que con su primera obra consigan llamar la atención de grandes editoriales, como Planeta o Seix Barral. Las editoras intentan conciliar la calidad literaria y el oportunismo comercial en sus lanzamientos, y para cumplir con eso rastrean el panorama literario con el fin de que no se les pase nada y luego no se tengan que arrepentir, como hicieron en su día varios editores ingleses al rechazar Harry Potter, de J. K. Rowling.

Pero, ¿es más fácil publicar ahora? Según Juan José Millás, con un premio Planeta en su haber, «mucho más», aunque conviene matizar que el hecho de que sea más fácil lanzar una obra no quiere decir que ésta consiga una resonancia suficiente como para ser «conocida» por el gran público y eso, como Millás afirma, es algo «frustrante».

Para Marta Rivera de la Cruz, la entrada en el circuito literario «no fue difícil» o por lo menos no fue «habitual», como a ella le gusta más decir. Periodista al principio y con la escritura como vocación, le llegó el éxito con su primera novela titulada «Que veinte años no es nada», en la que relataba la pasión irrevocable que el personaje de Luisa siente por un famoso escritor, Cósimo Herrera, veinte años mayor que ella. Consiguió con ella el premio Ateneo Joven de Sevilla y se hicieron nada menos que cinco ediciones de la novela. Los premios suelen ser una de las vías más socorridas para llamar la atención de las editoriales y conseguir con ello promoción para hacer «visible» el libro.

José Ángel Mañas, fue otro de los escritores que se hizo un hueco en el mundo literario a partir de su ópera prima, la rupturista «Historias del Kronen». La novela no sólo consiguió ser finalista en los premios Nadal del año 1994, sino que su historia se llevó a la pantalla grande a manos del director Montxo Armendáriz.



Libros digitales

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EL CORREO GALLEGO, septiembre de 2008

Los libros digitales, un negocio con futuro que beneficia a sus autores

Se calcula que los escritores reciben con las nuevas plataformas el 80% de la venta de sus títulos

El negocio de los libros digitales está triunfando en muchos países, aunque en España las editoriales no se hayan lanzado todavía, y supone una gran ventaja para el autor, que con las nuevas plataformas recibe aproximadamente un 80% de los beneficios de la venta, según apunta el editor digital Javier Celaya.
"Las nuevas tecnologías permiten además a las editoriales un incremento de las ventas en formato papel", afirma Celaya, socio fundador del portal cultural Dosdoce.com y vicepresidente de la Asociación de Revistas Digitales de España.
Harper Collins, por ejemplo, ha aumentado un 30% sus ventas gracias a "permitir a sus usuarios leer el libro entero en la Red 30 días antes de que saliera al mercado", dijo.
A esta estrategia se suma la creación en Internet de una red social de autores y la venta de los libros que escriben en distintos formatos: normal, de bolsillo y digital.
Otro dato significativo que aportó Celaya en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo es que el 6% de las ventas de la editorial Hachette durante el año 2007 fueron libros electrónicos.
Amazon, por otro lado, ha vendido en un año cerca de un millón de Kindles, un dispositivo portátil que permite almacenar y leer libros. Todavía no se comercializa en Europa, pero se puede adquirir en la web.
Este e-book no está liberado, por lo que hay que descargar los libros en Amazon, que ha seguido el mismo tipo de lanzamiento que Apple con su IPod, que obligaba a descargar la música del espacio de comercialización ITunes.
En España se está en la actualidad estudiando este nuevo mercado, aunque según el editor digital Javier Celaya, "las entidades editoriales españolas innovan muy poco".
Ninguna de ellas está llevando a cabo procesos de digitalización pero, a su juicio, "aunque mandan un mensaje negativo de que este negocio no va a funcionar, deben estar trabajando internamente, para que las otras editoriales no se adelanten", consideró.
En cuanto al reparto de beneficios por la venta de los libros, las reglas del juego cambian con las editoriales digitales. "Este cambio favorece al autor", según afirmó el vicepresidente de ARDE.
Con el modelo tradicional de negocio el autor recibe un 10% de los beneficios de las ventas, y el resto se reparte entre el editor, el distribuidor y el punto de venta; mientras que con las nuevas plataformas de edición recibe un 80% de los mismos.
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viernes, 24 de octubre de 2008

Autobiografía de ‘Chita’

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ECODIARIO, septiembre de 2008

La autobiografía de ‘Chita’, finalista de un premio literario

La supuesta autobiografía de Chita, el chimpancé que fue estrella de Hollywood y actuó en doce películas de la serie de Tarzán, competirá con una novela sobre el asesinato del dictador paquistaní Zia-ul-Haq por el premio Guardian a una ópera prima. El ganador recibirá un premio de 10.000 libras.
Me Cheeta (Yo, Chita) documenta la vida y la época del chimpancé de ese nombre, que ha sobrevivido a sus compañeros de reparto del primer Tarzán, Johnny Weissmüller y Maureen O'Sullivan (Jane), y ha alcanzado mientras tanto la provecta edad de setenta y cinco años.
Chita, que, en su última aparición cinematográfica, en la película Doctor Dolittle, de 1967, mordió al actor Rex Harrison, está jubilado y vive en una residencia para viejos chimpancés en Palm Springs (California).
El jurado del premio se quedó tan sorprendido al leer el manuscrito de Me Cheeta, que saldrá a las librerías el próximo 1 de octubre, que exigió de la editorial, Fourth Estate, un documento firmado que asegurase que se trataba de la primera obra de un autor.

Sus rivales

Otros libros que compiten por el premio Guardian son el titulado A Case of Exploding Mangoes, de Mohammed Hanif, en torno al asesinato del general Zia-ul-Haq, y Stalin's Children, de Owen Matthews, que trata de la historia de amor de los padres del autor en Rusia durante la guerra fría y su propio trabajo de reportero en Moscú durante los años noventa.
El premio Guardian tiene la particularidad de que no distingue entre libros de ficción y no ficción y que la decisión del jurado se complementa con la de grupos de lectores de una gran cadena de librerías: Waterstone's. El nombre del ganador, que recibirá 10.000 libras (12.600 euros), se anunciará en diciembre.
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Enid Blyton

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EL DIARIO MONTAÑÉS, septiembre de 2008

Enid Blyton, la escritora más querida

J.K. Rowling ha sufrido una extraña derrota literaria cuando Enid Blyton se situó en lo más alto de una encuesta para encontrar al autor británico más querido

La creadora de la saga de 'Los Cinco', Enid Blyton, fue elegida por los británicos como la escritora más querida, mientras que Roald Dahl, autor de 'Charlie y la fábrica de chocolate' fue segundo. Rowling, creadora de 'Harry Potter', quedó en el tercer puesto.

Blyton ha vendido más de 500 millones de libros en todo el mundo y sobre todo es conocida por la serie 'Los Cinco' de los años 40 y 50, en los que Julian, Dick, Anne, George y el perro Tim persiguen a secuestradores y contrabandistas con la ayuda de la cerveza de jengibre y bollos de crema.

Los críticos han definido sus libros como sexistas, racistas y simplistas, pero las historias de Blyton siguen siendo enormemente populares y venden más de diez millones de copias al año, trasladando a los lectores a un mundo pasado de niños despreocupados y brutales adultos.
«Estamos encantados de que el público británico haya votado a Enid Blyton como la autora más querida», afirmó Jeff Norton, director de Brand Development at Chorion, propietaria de los derechos de Blyton. «Sus narraciones son atemporales y este resultado confirma que sus libros todavía son hoy firmes favoritos», agregó.

Mientras que los tres primeros puestos los copan autores para niños, Jane Austen se coloca en la cuarta posición y Shakespeare es quinto. Otros como Philip Pullman y el creador de James Bond, Ian Fleming, no están entre los 50 primeros.
La encuesta realizada a 2.000 adultos se encargó para celebrar los Premios Costa Book 2008 y fue realizada en las dos primeras semanas de agosto por 'One Poll'.

«Lo que es interesante de esta encuesta es cómo refuerza la importancia de que los niños lean y demuestra lo influenciados que estamos en nuestra vida posterior por los autores y los libros que leemos de niños», declaró un portavoz de Costa.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Cómo escribir con estilo

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EL TIEMPO, septiembre de 2008

Cómo escribir con estilo, por Kurt Vonnegut

Los reporteros de los periódicos y los escritores técnicos están entrenados para no revelar en lo posible nada acerca de sí mismos en lo que escriben. Esto los hace fenómenos en el mundo de los escritores, dado que los otros desastres manchados de tinta de ese mundo revelan bastante acerca de sí mismos a los lectores. A estas revelaciones, accidentales e intencionales, las llamamos los elementos de estilo.
Estas revelaciones nos dicen a los lectores con qué clase de persona estamos gastando el tiempo. ¿Suena el escritor como un ignorante o como alguien informado, es estúpido o brillante, torcido u honesto, sin humor o gracioso? Y así sigue.
¿Por qué deberías examinar tu estilo de escritura con la idea de mejorarlo? Hazlo como una señal de respeto para tus lectores, sea lo que estés escribiendo. Si garabateas tus pensamientos de cualquier manera, tus lectores seguro sentirán que no te interesas para nada por ellos. Te señalarán como un ególatra o un estrecho –o, peor aún, dejarán de leerte.
La revelación más condenatoria que puedas hacer acerca de ti mismo es que no sepas qué es interesante y qué no lo es. ¿No te gustan o rechazas a los escritores ante todo por lo que escogen mostrarte o por lo que te hacen pensar? ¿Alguna vez admiraste a un escritor cabeza hueca por su maestría con el lenguaje? No.
Así que tú propio estilo ganador debe empezar con ideas en tu cabeza.
1. Encuentra un tema que te importe
Encuentra un tema que te importe y sobre el cual sientas en tu corazón que debe importarle a otros. Es este interés genuino, no tus juegos con el lenguaje, el que será el elemento más seductor y atractivo de tu estilo.
De todas maneras no te estoy empujando a escribir una novela (aunque no lamentaría que escribieras una, siempre y cuando genuinamente te interesaras por algo). Una petición al alcalde acerca de un hueco en la calle enfrente de tu casa o una carta de amor a la muchacha de la casa de al lado también pueden funcionar.

2. Sin embargo, no divagues
No divagaré en torno a este punto.

3. Sé simple
Sobre tu uso del lenguaje: recuerda que dos grandes maestros del lenguaje, William Shakespeare y James Joyce, escribieron frases que eran casi infantiles cuando sus temas eran los más profundos. “¿Ser o no ser?”, pregunta el Hamlet de Shakespeare. La palabra más larga tiene tres letras. Joyce, cuando estaba juguetón, podía unir una frase tan intricada y brillante como un collar para Cleopatra, pero mi frase favorita de su cuento “Eveline” es esta: “Ella estaba cansada”. Otras palabras no podrían romper el corazón del lector en ese punto de la narración como estas tres lo hacen.
La simplicidad en el lenguaje no es sólo elegante sino quizás incluso sagrada. La Biblia empieza con una frase que bien podría estar entre las habilidades de escritura de alguien de catorce años: “En el comienzo, Dios creó el cielo y la tierra”.
4. Ten valor para cortar
Podría ser que también seas capaz de hacer collares para Cleopatra, por decir algo. Pero tu elocuencia debe servir a las ideas en tu cabeza. Tu regla podría ser esta: si una frase, sin importar cuán excelente sea, no ilumina tu tema de una manera nueva y útil, bórrala.

5. Suena como hablas
El estilo de escritura que es más natural para ti debería sonar al lenguaje que escuchaste cuando eras niño. El inglés fue la tercera lengua de Conrad, y mucho de lo que suena particular de su uso del inglés fue sin duda coloreado por su primera lengua que era el polaco. Y es en verdad afortunado el escritor que se haya criado en Irlanda porque el inglés que allá se habla es tan musical y divertido. Yo crecí en Indianápolis, donde el lenguaje común suena como una sierra eléctrica cortando aluminio galvanizado, además de utilizar un vocabulario tan poco ornamental como los gritos de un mico.
En algunos de los lugares más remotos de Appalachia, los niños todavía crecen oyendo canciones y alocuciones isabelinas. Sí, y muchos norteamericanos crecen escuchando otras lenguas que no son el inglés, o un dialecto del inglés que la mayoría de norteamericanos no pueden entender.
Toda esta variedad de voces es hermosa, al igual que son hermosas las variedades de mariposas. Sin importar cuál sea tu primera lengua, debes atesorarla toda tu vida. Si no es inglés estándar y se nota cuando escribes en inglés, el resultado es usualmente muy agradable, como una muchacha hermosa con un ojo verde y otro azul.
En mi caso me parece que confío más en mi escritura (y los demás parecen hacerlo también) cuando sueno como una persona de Indianápolis, que es lo que soy. ¿Qué alternativa tengo? La que ha sido recomendada con mayor vehemencia por los profesores: escribir como los ingleses cultos de hace más de un siglo.

6. Di lo que quieres decir
Antes solía exasperarme con esos profesores, pero ya no. Ahora entiendo que todos esos ensayos e historias antiguas con las que debía comparar mi propio trabajo, no eran grandes por su antigüedad o por ser extranjeras, sino porque decían precisamente lo que los autores querían que dijeran. Mis profesores querían que yo escribiera con precisión, que siempre escogiera las palabras más efectivas, y que estas palabras se relacionaran entre ellas sin ambigüedad, rígidamente, como las partes de una máquina. Los profesores, después de todo, no querían convertirme en un inglés de hace un siglo. Esperaban que me volviera comprensible –y de esta manera comprendido. Y ahí se fue mi sueño de hacer con las palabras lo que Pablo Picasso hizo con la pintura, o lo que cualquier número de ídolos del jazz hicieron con la música. Si rompía todas las reglas de puntuación, si hacía que las palabras significaran lo que yo quisiera y las unía sin ton ni son, simplemente no sería entendido. Entonces evita también la escritura a lo Picasso o a lo jazz si tienes algo que valga la pena decir y quieres que sea comprendido.
Los lectores quieren que nuestras páginas se vean como las páginas que ya han visto antes. ¿Por qué? Porque ellos también tienen un duro trabajo por hacer y necesitan toda la ayuda que podamos darles.

7. Ten compasión de los lectores
Ellos tienen que identificar miles de marquitas en el papel y darles sentido de inmediato. Tienen que leer, un arte tan difícil que la mayoría de personas no llegan a dominarlo aún después de haberlo estudiado a lo largo de la primaria y del bachillerato –doce años largos.
Esta discusión, entonces, debe acreditar que nuestras opciones estilísticas como escritores no son ni glamorosas ni muchas, debido a que nuestros lectores tienden a ser artistas tan imperfectos. Nuestra audiencia requiere que seamos lectores pacientes y compasivos, siempre dispuestos a clarificar y simplificar, aún cuando nuestro deseo sea el de elevarnos por encima de las multitudes y cantar como los ruiseñores.

Esas son las malas noticias. Las buenas noticias son, que nosotros los norteamericanos, estamos gobernados bajo una constitución única, que nos permite escribir lo que queramos sin temor a ser castigados. Así que el aspecto más significativo de nuestros estilos, que es la escogencia del tema sobre el que queremos escribir, es completamente ilimitado.

En suma:
1. Encuentra un tema que te importe
2. Sin embargo, no divagues
3. Sé simple
4. Ten valor para cortar
5. Suena como hablas
6. Di lo que quieres decir
7. Ten compasión de los lectores
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lunes, 20 de octubre de 2008

Blogs y literatura


PRENSA LIBRE, septiembre de 2008

Blogs y literatura

Ella, periodista, poetisa y serena. Él, periodista, poeta y anarquista. Pero ambos comparten su condición de ser blogueros (persona que tiene un blog y escribe en él). ¿Pero qué es un blog? Es una bitácora virtual.
Por Douglas Chacón


Claudia Navas con su “Ordinaria Locura” al igual que León Aguilera con su “[K] lavaza”, iniciaron su aventura virtual en el 2005 y, desde entonces, desarrollan una actividad; la tarea de registrar sus ideas y colocar en un sitio de Internet, literalmente, lo que les viene en gana. Según cuentan, los motivó la necesidad de expresar sus ideas y salirse de los lindes que les imponen sus actividades profesionales. “En el blog no hay editores” afirma León, para quien su blog es una revista en donde hay de todo.

En sus sitios, ambos combinan su actividad literaria con opiniones sobre diversos temas. Claudia, también coloca las columnas de opinión que publica en un periódico local. “Lo más gratificante ha sido la interacción con la gente”, comenta.

A la pregunta de si mejoran los blogs la literatura, León dice que sí, “porque se puede escribir libremente, sin censores. Da la oportunidad de leer cosas que no se encuentran en las librerías. Por ello, mejora la lectura de los que quieren leer y no tienen el dinero para comprar los textos en papel. Con el blog viene lo inevitable, un lenguaje nuevo, con su propia jerga cargada de neologismos, como ‘bloguear’. También se genera una tendencia diferente en las formas de escribir. Se requiere del texto corto para facilitar la lectura rápida”.
Claudia cree que “el blog le da a la literatura una característica propia de la época, una nueva forma de expresión, un lenguaje fresco; es más visual y tal vez por ello más popular. Puede que esto lleve a ciertos cambios, pero la Real Academia ya ha lidiado con el cambio antes”.

¿Cómo ha sido la relación con los lectores? Para Claudia “ha sido buena y mala. He recibido elogios, comentarios y ánimo, pero también insultos y provocaciones. Tal vez algunas personas que me leen se sienten incómodas con mis opiniones o sienten envidia, eso no lo sé”

León la califica de interesante, “se recibe mucha retroalimentación. Hay réplicas, pasivas y activas, no encuentro un patrón único en ello”.
Un aspecto interesante es que no tienen un formato definitivo, cada quién le da la estructura que quiere, se intercambian ideas, textos y opiniones.

En cuanto a los temas, para León tienen que ver con la esencia de cada uno. “Particularmente, me gustan las provocaciones, sobre todo en temas tabú. De este modo pretendo alertar, llamar la atención, ayudar a pensar y, tal vez, provocar despertares”.

Claudia asegura que “los temas son muy urbanos, la existencia y la sobrevivencia, un poco el negarse a crecer, extender un poco más la juventud. También se escribe sobre la violencia urbana, la no pertenencia: ni a instituciones, ni a patrones formales, y la cuestión de ganarse el sustento y poder pagar la fiesta”.

En cierto modo, se sienten pertenecer a una generación “post conflicto” de la cual han heredado, según dicen, los costos de la confrontación. A pesar de no tener una estructura gregaria, se reúnen en una iniciativa llamada Panóptico, que no tiene organización, solo lugares y momentos de encuentro.

Mi generación busca componer el mundo. No hay un proyecto, es más la convicción de que debemos de escribir sobre lo que nos pasa y pensamos”, dice León.
El conflicto cargó nuestras mentes y almas, algo que deseamos superar, junto a todas las restricciones que vivimos en nuestra infancia”, indica Claudia.

Si bien el blog es considerado un espacio de libertad y creatividad literaria, Claudia insiste en recurrir a la lectura para mejorar la escritura; “no hay literatura sin lectura”, afirma. León apuesta por la libertad de escribir sin rigor, aunque “se reconoce como editor por dentro”, con lo que acepta que alguna estructura se impone en su escritura.

Por último, se refirieron al libro de papel y la posibilidad de ser olvidado. “Espero que sí. El libro es un artículo obsoleto, y con consecuencias ecológicas” dice León, en tanto que Claudia opina “no lo creo, es y seguirá siendo importante. El contacto con el papel, la posesión de ellos y poder declararlos míos, establece una relación especial que no es posible en Internet. ¡Qué hermoso es tener un libro con dedicatoria, eso es algo personal!”.


jueves, 16 de octubre de 2008

Pessoa

Septiembre de 2008

Fernando Pessoa, 120 años


El mito empieza tras su muerte con el descubrimiento del baúl en el que el poeta guardaba sus textos inéditos -sólo publicó un libro en vida-, más de 20.000

El 13 de junio de 2008 se cumplieron 120 años del nacimiento de Fernando Pessoa, el escritor portugués más célebre del siglo XX, al que más páginas ha consagrado la crítica literaria, el que más ediciones conoce. Este poeta singular, llamado a convertirse en el referente inmediato de la literatura portuguesa en el mundo, al lado del clásico Camões, nació el día de San Antonio de 1888 en la plaza de San Carlos de Lisboa, ciudad en la que moriría el 30 de septiembre de 1935. Un referente que es, en su país, mucho más que eso, pues su nombre y su retrato se han convertido en algo así como un icono de Lisboa y de Portugal, una seña de identidad más para un país que recurre como pocos al baúl de las tradiciones para afirmar su presencia en el mundo.
Fernando Pessoa fue, ante todo, lisboeta. Un lisboeta universal. Desde que regresó a la capital portuguesa en su adolescencia (tras haber sido educado en Durban, África del Sur, en un colegio inglés), el joven Fernando António Nogueira Pessoa nunca más abandonó la ciudad del Tajo, convirtiéndose en un avezado viajero por su geografía urbana, gracias a sus numerosos paseos a pie y a sus frecuentes cambios de domicilio (tuvo catorce residencias diferentes en la ciudad). Su vida estuvo marcada por lo azaroso de sus relaciones personales, traumatizadas desde su más tierna infancia por la presencia de la muerte, que se llevó a su padre -cuando el niño Fernando tenía sólo cinco años- y, más tarde, a alguno de sus hermanos. En ese contexto, el poeta vivió acompañado por sus tías maternas, en un entorno en el que la cercanía de la locura de su tía-abuela y la oscura compañía de sus restantes tías se convirtieron en una sombra de huellas profundas en su vida. Acostumbrado a la soledad, con los ecos fantasmales de sus tías de luto permanente resonando en su mente de niño, Fernando Pessoa comenzó a jugar con otros niños que sólo existían dentro de su imaginación, pero que tenían nombre y apellidos y que se comunicaban con él a través de breves cartas y recados. Empezó a escribir. Y nunca más volvería a sentirse solo.
Empleado comercial en su fase adulta, dedicó la mayor parte de sus días a traducir y redactar cartas y contratos para diferentes empresas. Fue, podríamos decir, un funcionario gris. Un funcionario cuya vida real, la auténtica, comenzaba cuando finalizaba su horario de trabajo y se entregaba por entero al mundo de la literatura. Pessoa, que llegó incluso a renunciar a una notable mejora laboral para tener más tiempo para escribir, tuvo siempre claro cuál era su prioridad, cuál era el destino al que se debía: ser el escritor más importante de su tiempo. Y el tiempo, su gran aliado desde su temprana muerte, se va empeñando día a día en que lo consiga.

Influyente creador

Resulta paradójico pensar, sin embargo, que Fernando Pessoa, el autor más importante de la literatura portuguesa del siglo XX y, sin lugar a dudas, uno de los creadores más influyentes de la modernidad en el mundo occidental, sólo publicó un pequeño libro de poemas en su vida. Autor de una obra profusa, que toca casi todos los géneros, Pessoa entrega sus poemas durante su vida en las páginas de las revistas literarias de la época, con colaboraciones en A Águia, Orpheu, Athena o Presença, es decir, en las publicaciones más importantes del medio literario. ¿Le valió esto para ganarse el reconocimiento del público de los primeros años del siglo XX en su país? Sin duda la respuesta es negativa, pues el poeta, a pesar de contar con un importante número de «seguidores» entre los escritores de su generación, y a pesar de ser consagrado como maestro por la generación siguiente (los hombres vinculados a la revista Presença, contemporáneos de la Generación del 27 española), nunca gozó del favor del público por la simple razón de que sólo conoció un libro en vida, en 1934, poco antes de su muerte, y gracias a un premio de consolación recibido en un concurso literario en el que conocía a parte del jurado. El título de ese libro, sin embargo, es revelador: 'Mensaje'.
Por ello, Pessoa representa también esa cara de escritor «oculto» «maldito», su retrato escenifica perfectamente la verdadera dimensión de la hoguera de las vanidades del medio y del canon literario. (Un ejemplo entre paréntesis que es una reflexión sobre la vanidad y la gloria póstuma: el único escritor español que trató personalmente al escritor portugués fue el poeta Adriano del Valle, una de las voces aclamadas por el régimen franquista, que vendía decenas de ediciones de sus numerosos libros de poemas, y que hoy es un autor completamente olvidado para el canon; Pessoa, que tan sólo publicó un pequeño libro en su vida, forma parte de cualquier canon riguroso de la literatura universal de su siglo).
El mito de Fernando Pessoa, es verdad, empieza tras su muerte, con el descubrimiento del baúl en el que el poeta guardaba sus textos inéditos, que sobrepasan ampliamente los veinte mil. Un volumen ingente de textos que tocan la práctica totalidad de géneros (poesía, narrativa, drama, ensayo, traducción ) y de temas: literatura, sociología, política, estética, artes, filosofía, ocultismo Gracias a este extraordinario legado, y al enorme trabajo de reconstrucción de la totalidad de estos libros, Pessoa ha conseguido convertirse en el referente inmediato de la modernidad literaria. Por todo esto y por mucho más.



martes, 14 de octubre de 2008

Vargas Llosa

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LA RAZÓN, septiembre de 2008
Vargas Llosa: «Los escritores que no tenemos inspiración tenemos que trabajar como galeotes»
Ep – Segovia

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ganador de los más prestigiosos premios literarios en lengua castellana, como el Cervantes o el Príncipe de Asturias de las Letras, afirmó en Segovia durante una conferencia en Hay Festival, que se considera un escritor «sin inspiración», que se ve obligado a sustituir a las musas con tanto trabajo «como un galeote». Vargas Llosa, que, presentado por el crítico literario Félix Romeo, protagonizó una de las conferencias más esperadas de esta tercera edición de Hay Festival Segovia, contestó a algunas de las preguntas que con más frecuencia le realizan los periodistas, como por qué escribe, qué influencias ha tenido en su obra, cómo llegó a convertirse en escritor o de dónde saca los temas de sus obras.

Así, el escritor confesó que sus inicios en la escritura son los de un lector, que veía a través de las historias ampliarse las fronteras de su infancia en la localidad colombiana de Cochabamba. «Si mi madre dice la verdad, mis primeros escritos fueron para continuar historias que me daba pena que terminaran y para cambiar los finales que no me gustaban», dijo.

Vargas Llosa, casi eterno aspirante al Premio Nobel de Literatura, citó entre sus influencias a Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Sartre y Faulkner, y reconoció que en el hecho de hacerse escritor influyó de manera decisiva «la decisión de dedicarme prioritariamente a escribir, y dejar en segundo plano los trabajos alimenticios», una decisión que tomó en Madrid en 1958. Otra de las preguntas a las que contestó Vargas Llosa fue de dónde saca los temas de sus obras, que, según explicó, parten siempre de imágenes de su mente. «Hay cosas que me sucedieron en el pasado que, no sé por qué, dejan un recuerdo; al cabo del tiempo, son imágenes a las que comienzo a dar vueltas y se convierten en el germen de de una historia», comentó.

Por lo que se refiere a su manera de trabajar, reiteró que necesita «trabajar mucho» porque los escritores sin inspiración la sustituyen «trabajando como galeotes». Además, explicó que siempre parte de un trabajo previo de documentación, que le ayuda «a vencer la inseguridad de que aquello que quiero contar no termine de ponerse en pie».

En cuanto a la influencia de la Literatura en la vida, Vargas Llosa afirmó que se mira al espejo y ve que no sería el mismo si no hubiese leído lo que ha leído; «no sé si sería mejor o peor, más feliz o menos, pero sería otro». En este sentido, añadió que la Literatura «te hace feliz mientras lees, pero puede crear expectativas que la realidad no cumple, por lo que nos hace más aptos para la infelicidad».
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domingo, 12 de octubre de 2008

¿Por qué se mata un escritor?

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EL PAÍS, septiembre de 2008

¿Por qué se mata un escritor?

HÉCTOR ABAD FACIOLINCE

La última promesa de la literatura americana, David Foster Wallace, se quitó la vida hace un par de semanas. A partir de este caso, el escritor colombiano analiza qué ha significado el suicidio para muchas otras figuras de las letras.

Se dice, con más razón que sorna, que el único riesgo profesional de los poetas es el suicidio. No sé si hay estadísticas, pero tengo la impresión de que los escritores se suicidan más, proporcionalmente, que los mortales de otras profesiones. Si hago un rápido censo mental, muchos nombres se me vienen a la mente desde la antigüedad hasta hoy, mujeres y hombres: Safo, Lucrecio, Séneca, Silva, Larra, Woolf, Salgari, Trakl, Lugones, Mishima, Pizarnik, Hemingway, Plath, Márai... Y el pasado 12 de septiembre, la gran promesa de la narrativa estadounidense, David Foster Wallace, a quien hallaron ahorcado en su casa; un novelista de 46 años que ya en otras ocasiones había pedido que le protegieran de su propia pulsión de quitarse la vida.

Primo Levi le dedica el sexto capítulo de Los hundidos y los salvados al suicidio de Jean Améry. Dice Levi que "su suicidio, como todos, admite una nebulosa de explicaciones". Esa misma nebulosa se ha empleado después para tratar de explicar el suicidio del mismo Levi, llevado a cabo -al parecer- más para evadir la enfermedad que para huir de las pesadillas memoriosas de Auschwitz. Ocurrió en 1987, aunque con la ambigüedad que muchos suicidas prefieren, de modo que las familias puedan aferrarse a la duda de un accidente: se precipitó por el hueco de las escaleras del edificio donde vivía, en el barrio de La Crocetta, en Turín, sin dejar carta de despedida.

Por estos días se celebró el centenario del nacimiento de Cesare Pavese, otro homicida de sí mismo, en la misma ciudad del norte de Italia. Esto me llevó a releer páginas de su diario. Ahí, al final, y poco antes de que se matara, dejó escrito: "Los suicidas son homicidas tímidos. Masoquismo en vez de sadismo". Maupassant, que se murió por enfermedad un año después de intentar suicidarse, lo definió de un modo casi inverso: "El suicidio es el sublime valor de los vencidos". La última entrada de Pavese, el 18 de agosto, me ha dado siempre escalofríos: "Sin palabras. Un gesto. No volveré a escribir".

Pavese murió en la soledad de un cuarto de hotel, pero hay escritores a los que no les gusta suicidarse solos. Heinrich von Kleist cambió varias veces de novia hasta que al fin una, Henrriette Vogel, aceptó quitarse la vida con él, a orillas del lago Wannsee, cerca de Berlín. El lugar es hoy un sitio de peregrinación. Se trata de un rincón apacible, bucólico, como si los románticos escogieran con gusto incluso el sitio de su muerte. Otros suicidas en compañía fueron Arthur Koestler y Stefan Zweig. El primero se fue del mundo en un pacto con su tercera esposa, Cynthia Jefferies. También Zweig lo hizo con su mujer, Lotte Altmann, en Petrópolis (Brasil), donde se había refugiado de las persecuciones a los judíos durante la II Guerra Mundial. El suicidio de Koestler, otro judío perseguido por los nazis, obedeció más a sus convicciones a favor de la eutanasia: estaba enfermo de párkinson y leucemia.

Albert Camus, que murió en un accidente sin ningún viso de suicidio, dejó escrito lo siguiente al principio de El mito de Sísifo: "No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no la pena de que se la viva es responder a la pregunta fundamental de la filosofía".

Algunos escritores, más que cartas, dejan libros completos sobre su ánimo. Henri Roorda terminó Mi suicidio poco antes de matarse. Allí dejó escrito: "Amo enormemente la vida. Pero para gozar el espectáculo hay que ocupar una buena butaca, y en la tierra la mayoría de las butacas son malas". Antes de matarse, Jean Améry escribió un libro extraordinario sobre el suicidio (Levantar la mano sobre uno mismo) donde explica que la primera lógica de la que escapa el suicida es la del axioma vitalista "la vida es el bien supremo". Si esto se niega -"la vida no es el bien supremo"-, o si en determinadas circunstancias la vida es lo contrario, un gran peso y un gran mal, se entenderá mejor el salto que dan, que deben dar, los suicidas. Su mundo no es nuestro mundo. Así lo dijo Wittgenstein en uno de sus aforismos: "El mundo de quien es feliz es otro distinto al mundo del que es infeliz". El suicida, al darse una muerte libre, voluntaria, quiere hacer cesar ese mundo para él infeliz.

Por no entender este pensamiento elemental (que a veces la vida no es buena), los Estados y las religiones han perseguido durante mucho tiempo el suicidio, calificándolo de delito y de pecado. En algunos países, incluso, se llega al absurdo de castigarlo con la pena de muerte. Toman el cuerpo exánime del suicida, lo cuelgan y lo exponen al escarnio público, para que aprendan.

De alguna manera, la Iglesia, al prohibir que los suicidas fueran "enterrados en sagrado", castigaba con la pena del destierro (del cementerio) a los suicidas, considerados como "discípulos de Judas". Su posición, por suerte, se ha vuelto más compasiva.

Hay quienes se matan tranquilos, planeándolo; otros, en un arranque de autodestrucción. Unos, sobrios; otros, drogados. El poeta Juan Manuel Roca desaconseja que nos matemos borrachos: "Es el problema del alcohol; alguien puede suicidarse y al día siguiente no acordarse de nada". Es un chiste, pero podría no serlo. Un gran experto inglés en suicidios literarios, A. Álvarez, intentó suicidarse, borracho, una noche de Navidad. Se despertó tres días después sin acordarse de nada, pero con la sensación de que ya sería para siempre un suicida frustrado. También él escribió un estudio estupendo, El dios salvaje.

Creo que la raza de los escritores suicidas, pero indecisos, se ha inventado otro tipo de estrategia para no matarse, y para ni siquiera intentarlo. Me refiero a los escritores que, en vez de dar el salto, trasladan el propio suicidio a sus personajes. Así hizo Shakespeare con Ofelia, Romeo y Julieta; Goethe, con el joven Werther; Tolstói, con Anna, y Schnitzler, con el subteniente Gustl. Es raro, pero si uno suicida a alguien en un libro, se experimenta una muerte que de alguna manera sacia la ansiedad por la propia muerte. Lo sé por experiencia propia.

Otros, en cambio, se despiden con ira. Me gusta la furia final de Chatterton: "Adiós, Bristol, inmunda ciudad de ladrillos. / Amantes de la riqueza, adoradores del engaño". Piensa uno en los ladrillos de nuestras ciudades, y lo entiende. Supongo que si el cuerpo no tiene el buen gusto de morirse a tiempo, uno tiene el deber de matarse. Pero mientras llega ese instante de lucidez en las tinieblas habrá que seguir viviendo, aunque tal vez con el mismo sentimiento de culpa que escribió una vez Thomas Bernhard: "Nada he admirado más durante toda mi vida que a los suicidas. Me aventajan en todo. Yo no valgo nada y me agarro a la vida, aunque sea tan horrible y mediocre, tan repulsiva y vil, tan mezquina y abyecta. En lugar de matarme, acepto toda clase de compromisos repugnantes, hago causa común con todos y cada uno, y me refugio en la falta de carácter como en una piel nauseabunda pero cálida, ¡en una supervivencia lastimosa! Me desprecio por seguir viviendo".
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Joan Margarit

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PÚBLICO, octubre de 2008

Premio para los poemas sin aluminosis


El Nacional de Poesía recae en Joan Margarit, el poeta más terrenal y cruel.

El poeta arquitecto no se esconde tras las cortinas de la retórica, ni busca auxilio en los rodeos. El poeta certero levanta edificios con precisión y tira poemas meridianos.

Joan Margarit (Sanahuja, Lleida. 1938) es el nuevo Premio Nacional de Poesía, gracias a su libro Casa de misericordia (Proa/Visor, 2007) y a una trayectoria poética granada con temas como la guerra, la posguerra civil, las mujeres, el clasicismo, el jazz, la arquitectura, Barcelona y la pluralidad lingüística.

A lo largo de algo más de 30 años de actividad creativa, Margerit encontró en el idioma común, en el lenguaje coloquial, su mejor aliado. Eso, junto a una sintaxis clara, logró una combinación propicia para la intensidad. Él mismo dice que "la poesía solo es una cuestión de intensidad, de concentración", refiriéndose a que el poema debe, por encima de todo, "entenderse".
Margarit es un poeta sin falsos contenedores, en los que se almacenan miles de trucos fantásticos que no dicen nada, pero son encantadores de personas que ven en ellos algo que desean ver o sentir. Y toda esa claridad y todo ese orden que necesitaba para construir su propia voz los tenía dentro por deformación: ejerció durante 34 años como catedrático de Cálculo de Estructuras en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. Qué curiosa la coincidencia, como apunta él mismo, que el Cálculo pretenda lograr la máxima resistencia y estabilidad con el mínimo de material, y que la poesía trate de decir lo máximo con lo mínimo. Eso ayudó a que la suya no se convirtiese en una poesía secreta para poetas o para docentes. "Si un poema te ha gustado, es que lo has entendido", afirma.

Pluralidad lingüística
Comenzó su carrera escribiendo en castellano, en 1974, pero pronto regresa a su lengua materna y en 1981 escribe en catalán. Siempre reconoció que no fueron motivos culturales, ni políticos los que le llevaron a utilizar la lengua de su familia en su poesía. De hecho, como no llega a "decir en castellano aquello que se quería decir", vuelca al catalán toda su formulación lingüística, y de aquellos primeros libros en castellano solo rescata Crónica (1975), "el único que puede contener aún algún fragmento de cierto interés", reconoce. Otro hito en su extensa producción (más de 20 poemarios) es Joana (2002), un texto a partir de la muerte de su hija.Reconoce que utilizó el libro como salvación, al verse a sí mismo contemplando la muerte de su hija mientras se controlaba para no ser desbordado por la tragedia.En su interés por lo arquitectónico y los lugares, Margerit ha practicado eso que él ha llamado "urbanismo poético" para buscar dónde se encuentra el poema, con una ciudad como protagonista absoluta: Barcelona.Y, a pesar de todas esas arquitecturas, reconoce que "tiene mucha más posibilidad de permanencia un buen poema que un buen edificio".


La verdadera caridad da miedo. Por Carlos Pardo

Joan Margarit es capaz de hacer que un poema sea una “estructura de un edificio muy particular, a la que no le puede sobrar ni faltar un pilar, ni una viga”. Margarit hace veraz la metáfora del habitar poético: escenas nítidas que conforman la vida de un individuo, en las que el lector debe reconocerse. Como en sus admirables y archiconocidos versos: “Triste quien no ha perdido por amor una casa”. ‘Casa de misericordia’ lleva al extremo la sequedad realista, el lenguaje descarnado y amigo del dolor, que Margarit empezó a trabajar de manera emblemática a partir de ‘Edad roja’ y cuyo fruto más amargo es ‘Joana’. Ha hecho de la poesía algo terrestre y cruel, que ocurre aquí y ahora, sin los bálsamos de la metáfora brillante ni los consuelos de la religión. Un cobijo para incurables.

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¿Quién esperaba este premio Nobel?

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SOITU, octubre de 2008

¿Quién esperaba este premio Nobel?

Por fin. Toda la mañana esperando y ya sabemos que este año el Premio Nobel de Literatura ha sido concedido a Jean-Marie Gustave Le Clézio. Un autor que aparecía en muchas de las listas pero que en ninguna era de los favoritos. Los muchos seguidores de Pynchon, De Lillo, Vargas Llosa o aquellos que reclamen otro Nobel poeta tendrán que esperar, al menos otro año. Nosotros (Tipos Infames) pensamos que este tipo de premios son mejores cuanto más desconocido el autor premiado: ahora todos tendrán (y tendremos) que ponerse a leer a Le Clézio.
Autor de amplia bibliografía, apenas conocida en España, Le Clezio es un buen ejemplo para mostrar el rumbo que la literatura francesa ha tomado en las últimas décadas, desde las posturas más comprometidas como el estructuralismo y el 'nouveau roman', tendencia en la que podríamos enmarcar sus primeros títulos, a las obras de muchos novelistas franceses, entre ellos el premiado, que han dado un giro hacia la llamada "ficción autobiográfica". A pesar de ser denostada por muchos críticos que gritaban en el desierto sobre la muerte de la novela, hoy ha sido reconocida con el premio Nobel otorgado a Le Clézio.
Dedicado a hacer de su propia vida el material literario de sus libros, podemos encontrar un buen ejemplo de su obra, que también fue premiada hace años con el prestigioso Renaudot por 'El atestado', en la novela 'El africano'. En sus páginas, recuerda y (re)escribe parte de su infancia en una ciudad nigeriana, marcada por el exuberante espacio geográfico y por la figura, gigantesca en la memoria, de su padre. Busca mediante su escritura lo que aún queda latente en él del tiempo perdido. Recobrarlo será imposible, pero ese es el sacrificio de los novelistas desde la inmensa obra de Proust.
Uno de los rasgos que a los Infames más nos abren el gusanillo de su escritura es, en parte, lo no escrito por él, es decir, la técnica del collage empleada en sus novelas. Le Clézio inserta en ciertas partes del texto algunos recortes periodísticos o anuncios encontrados (como las fotografías que forman parte de las novelas de Sebald o los recortes que utilizó Cortázar).
Tipos Infames teníamos otros preferidos, pero apostábamos por él porque era de los más desconocidos. Y ahora decimos: ¡Que levante la mano quien haya leído a Le Clézio! De hecho, proponemos una especie de estudio de campo: en unos días todas las librerías españolas (y de medio mundo) se llenarán con lo títulos de este novelista, pero lo interesante sería hoy mismo pasearse por cualquier librería y buscar algún libro de este autor. Creemos que encontrarlo no sería una ardua tarea, sino una misión casi imposible. Tal y como está hoy en día el negocio de las librerías, lo más normal sería que quien le atienda no sepa escribir en el ordenador el nombre del autor de 'El africano' o 'El atestado' para realizar la búsqueda.
En cuanto terminen de leer el libro que ahora tengan entre manos (así dejarán tiempo para que las librerías hagan el pedido de novelas del francés) lean algo de Le Clézio y emitan su propia opinión sobre la concesión de este último Premio Nobel.
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Un crítico del Occidente materialista

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FRANCE PRESS, octubre de 2008

Le Clézio: un crítico del Occidente materialista


PARÍS (AFP) — Jean-Marie Gustave Le Clézio, que ha sido laureado este jueves con el Premio Nobel de Literatura 2008, es uno de los maestros de la literatura contemporánea en lengua francesa, cuya prolífica obra es percibida como una crítica de la civilización urbana y del Occidente materialista.
Le Clézio afirmó deber mucho a México y Panamá, donde vivió varios meses en 1970 cerca de los indios. "Esa experiencia cambió toda mi vida, mis ideas sobre el mundo del arte, mi manera de ser con los otros, de andar, de comer, de dormir, de amar y hasta de soñar", dijo una vez evocando esa época.
Gran viajero, novelista de la soledad y del vagabundeo, admirador de Stevenson y de Conrad, Le Clézio es un autor de referencia en Francia.
Al otorgarle el premio, la Academia sueca subrayó que se trata de un "escritor de la ruptura, la aventura poética y el éxtasis sensual" y un "explorador de la humanidad".
Alto, rubio, con empaque de 'cowboy' elegante, Le Clézio es un hombre púdico que habla de forma serena y segura.
Ha recibido los apodos de 'escritor nómada', 'indio en la ciudad' o 'panteísta magnífico', porque es un enamorado de la naturaleza, porque creó un universo imaginario en el que los mayas dialogan con los indígenas emberás de Colombia y los nómadas del sur de Marruecos con los esclavos escapados de las plantaciones mauricianas.
Su obra, traducida a múltiples idiomas, refleja una nostalgia de los mundos primitivos.
Hasta los años 80, Le Clézio tenía la imagen de escritor innovador y rebelde, alrededor de los temas de la locura y el lenguaje, pero luego escribió libros más serenos en los que la infancia, la preocupación por las minorías y la atracción de los viajes pasaban al primer plano, lo que hizo que fuera leído por un público muy amplio.
Le Clézio nació el 13 de abril de 1940 en Niza (sudeste de Francia) en una familia paterna que había emigrado a la Isla Mauricio en el siglo XVIII.
Respecto a él se habla de "metafísica ficción": en sus novelas, de escritura clásica y límpida, a veces falsamente simple, cuestiona los fundamentos de la literatura tradicional, sin limitarse a lo superficial. Su voluntad es "excavar lo más trágico, lo más auténtico, para encontrar el lenguaje desgarrante que provoca las emociones".
"Tengo el sentimiento de ser una cosa pequeña en este planeta, y la literatura me sirve para expresar eso. Si me atreviera a filosofar, se diría que soy un pobre 'rousseauista' (adepto del filósofo francés del siglo XVIII Jean-Jacques Rousseau), que no ha comprendido nada", afirma, considerando que un novelista tiende naturalmente a escribir sobre su juventud, "en la que lo principal le fue dado".


Le Clézio entró en la carrera literaria por la puerta grande. A los 23 años, publicó su opera prima, 'El proceso verbal', que le aportó el éxito y el premio Renaudot, uno de los más prestigiosos de las letras francesas.
Publicó después 'La fibre', 'Terra amata', 'La Guerra', 'Desierto' (quizá su obra maestra), 'Diario de un buscador de oro', 'Onitsha', 'Estrella errante', 'El pez dorado', 'Diego y Frida', 'Revoluciones', 'Urania', entre otros títulos. Su última obra publicada es 'Ritournelle de la faim'.
Le Clézio reside desde hace mucho tiempo, junto con su esposa y sus dos hijas, en Albuquerque (Nuevo México, EEUU), pero pasa temporadas a menudo en el sur de Francia.
El alejamiento no lo distancia de Francia. "Es con el idioma, con los libros, como hoy se puede todavía hablar de Francia, verla existir en esta convergencia de corrientes", dice.
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