martes, 30 de noviembre de 2010

Poema LI

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PALABRAS COMO DARDOS

BAJO el suelo lúcido y firme
una brecha de rancia lava
horada las entrañas de la vida
en una lucha desigual e innoble.
Sobre la costra de mugre y asfalto
sobrevive la maldad de las almas
en el horizonte de un aura azul,
la cegadora luz del océano.
La palabra usada como escudo,
flecha arrojadiza o bálsamo
desvela el valor de los humildes
y otorga poder a los esclavos.
Buscas refugio en soledad
y hallas fuerza en la impotencia
para superar las tristes heridas
y la pérdida del silencio.

Del libro inédito La luz y la ceniza
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jueves, 25 de noviembre de 2010

Ana María Matute Premio Cervantes 2010

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EL MUNDO 24-11-2010

Contadora de historias

por VIRGINIA HERNÁNDEZ

Parece que las abuelas no tienen un lugar demasiado especial en los cuentos a no ser como lobo trasvestido. Sin percatarnos de que su función va más allá. Ellas son las narradoras, las transmisoras de todo ese conocimiento encerrado en historias de castillos o bosques. Las mismas que entusiasman a Ana María Matute (Barcelona, 1925). Porque ¿quién lee los relatos a sus nietos? Con ojos vivarachos, melena muy blanca y porte bien elegante, la autora es la abuela de libro aunque no tenga nietos. Y lo es porque desde que la castigaban en el cuarto oscuro empezó a conocer a los personajes fantásticos que han poblado sus novelas más aplaudidas. Una que no supo (ni quiso) despedir de sí a la niña que fue. Y que no se fía ni un ápice de quien sí lo ha hecho. «Tal vez la infancia es más larga que la vida», dijo la escritora cuando presentó su última obra, 'Paraíso inhabitado' (2008), una novela que, por sus achaques, le costó ocho años ver en las librerías.

La nueva Premio Cervantes, un galardón con el que no contaba a pesar de ser candidata en cada edición («intuición femenina», decía sin resquemor alguno y agradeciendo todos los reconocimientos recibidos en su larga carrera), supo que quería ser escritora antes siquiera de poder descifrar las letras. En su discurso de entrada a la Real Academia de la Lengua ['En el bosque', que leyó el 18 de enero de 1998], Ana María Matute se describía como «una contadora de historias» e invitaba a cruzar el espejo como la Alicia de Carroll («uno de los [cuentos] más mágicos de la historia de la literatura, quizá el que ofrece un mito más maravilloso y espontáneo: el deseo de conocer otro mundo, de ingresar en el reino de la fantasía a través, precisamente, de nosotros mismos»). Su descubrimiento, su otro mundo, eran los bosques que son los libros: «'Cuando yo sea mayor —pensaba— haré esto'. Ni siquiera sabía que 'esto' era participar del mundo imaginario de la literatura. Después, cuando ya había aprendido a descifrar esos signos misteriosos, la primera vez que leí la palabra bosque en un libro de cuentos, supe que siempre me movería dentro de ese ámbito [...]. Jamás había experimentado, ni volvería a experimentar en toda mi vida, una realidad más cercana, más viva y que me revelara la existencia de otras realidades tan vivas y tan cercanas como aquella que me reveló el bosque, el real y el creado por las palabras».

En sus ramas y con una infancia marcada por la guerra, la mala salud, por la fría relación con su madre y por su tartamudez, la niña empezó a crear sus mundos. Tenía cinco años al inventar su primer cuento que también ilustró. A los 17, escribió su primera novela, 'Pequeño teatro' (1954), Premio Planeta, que vendió a la editorial Destino y que no se llegó a publicar hasta que la autora no despuntó por 'Los Abel' (1948). El Nadal, por 'Primera memoria' (1959), hizo popular su nombre mientras estaba casada con el también escritor Eugenio de Goicochea, una relación infeliz que rompió pocos años después. La decisión le costó muy cara: la separación no estaba bien vista y menos si quien la pedía era una mujer. Él se quedó con la custodia de su hijo, Juan Pablo, y ella terminó marchándose como lectora a dos universidades de EEUU. Recuperó al niño tres años después. Su segundo marido, Julio Brocaral, fallecido en 1990, fue su verdadero amor.

'Los hijos muertos' (1959), 'Los soldados lloran de noche' (1964) o 'La torre del vigía' (1971) fueron algunos de los títulos de aquellos años, que concluyeron con una depresión que acalló su pluma demasiado tiempo. Una época que esta optimista declarada («yo soy de las que piensa que la botella está medio llena. Pero soy consciente de que está vacía») prefiere no recordar y que no sólo supo vencer sino que remató con 'Olvidado rey Gudú' (1996), la novela medieval que siempre tuvo en mente y que la aupó en las listas de éxitos. Fue el año, además, de su elección para ocupar el sillón 'K' de la RAE en sustitución de otra mujer, Carmen Conde. «Para mí, escribir no es una profesión, ni una vocación siquiera, sino una forma de ser y de estar, un largo camino de iniciación que no termina nunca», dijo en ese discurso. Por eso promete seguir. Porque esta Alicia prefirió quedarse al otro lado del espejo.

* DECÁLOGO DEL ESCRITOR, SEGÚN MATUTE
* «El escritor nace, no se hace: es una cuestión de ser o no ser»
* «Escribir es también una forma de protesta. Casi todos los escritores comparten el malestar con el mundo»
* «Mientras haya un poeta, la poesía existirá»
* «Maestros, estudios nunca estorban; pero no crean»
* «Escribir es muy difícil, sobre todo hacerlo de forma sencilla»
* «Lo 'políticamente correcto' casi nunca es literario»
* «No hay universidad que enseñe lo que enseña la vida»
* «Escribir es una forma de ser y de estar»
* «Un libro no existe en tanto alguien no lo lea»
* «El día que piense que he escrito algo perfecto, estaré muerta»


viernes, 19 de noviembre de 2010

Poema L

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IMPOTENCIA

Un horizonte de bruma se levanta
tras el corazón herido de la noche,
mientras una luz irisada y triste
se refleja en negras fachadas.
El gélido asfalto del miedo
se eleva tras las miradas
de los ojos perdidos en la nieve,
en pasos cegados de escarcha.
Cómo duele la impotencia,
querer cortar de golpe el alba
sin poder liberar de los cuerpos
la torpe amenaza de las parcas.

Del libro inédito "La luz y la ceniza"
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domingo, 14 de noviembre de 2010

Una imagen nítida de Miguel Hernández

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DIARIO INFORMACIÓN, 13 de octubre de 2010

CARMEN ALEMANY

‘Es hora de tener una imagen nítida de Miguel Hernández, sin apologías de una u otra parte’

Profesora titular de Literatura Latinoamericana de la Universidad de Alicante y directora del Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti, Carmen Alemany destaca a un Hernández polifacético y de gran tesón en su proceso creativo.

ANTONIO JUAN SÁNCHEZ

Quién le iba a decir a Carmen Alemany que, después de iniciar su tesis doctoral sobre Miguel Hernández en 1988, se encontraría 22 años después dirigiendo el Congreso Internacional sobre el poeta, en una etapa para el recuerdo porque en el calendario se cumple el primer centenario del nacimiento del autor de "El rayo que no cesa".
Todavía, pese al testimonio silencioso de los años, recuerda, como si se tratara de ayer mismo, los largos días de estancia en el Archivo-Biblioteca de San José de Elche, analizando y trascribiendo textos y documentos de Miguel Hernández. Ahí empezaba, en 1988, su intensa relación con el poeta que, con algunos altibajos, se ha prolongado hasta hoy, donde la proliferación de actividades y eventos recuerdan que el sábado 30 de este mes de octubre se cumple el centenario del nacimiento del autor de "Nanas de la cebolla". Precisamente, para esas fechas se ha organizado desde el Instituto Juan Gil-Albert la tercera edición del Congreso Internacional Miguel Hernández, que preside la propia Carmen Alemany y que contará con una veintena de especialistas en la obra hernandiana y el objetivo de "lograr una imagen renovada y universal del poeta de Orihuela".

¿Qué ofrece el congreso, cuál es el planteamiento?¿Hay un nexo temático que preocupe o va a haber un repaso por diversos aspectos de la figura y la obra del poeta?

Del 26 al 30 de octubre el congreso viajará por Orihuela, Alicante y Elche; y, en primer lugar, lo que pensamos es que todos los máximos especialistas hernandianos participasen en ese congreso. Después, las líneas o áreas temáticas van a abordar la transcendencia de Miguel Hernández en otros países, centrándonos especialmente en América Latina, porque hablamos la misma lengua y porque sabemos, a ciencia cierta, que Hernández no sólo es un poeta español, sino que en muchos países latinoamericanos lo consideran como un poeta suyo. Ver en qué autores ha influido en otras tierras y de qué manera han asumido ellos el legado poético, teatral, periodístico... También indagar de qué manera las circunstancias históricas influyeron en la figura de Hernández; estudiarlo desde la vertiente didáctica, cuál es su presencia en Internet y explorar algunos aspectos biográficos que, quizás, están sólo esbozados.

¿Qué espera de estas intensas jornadas que mirarán el detalle y la profundidad, las posibilidades de las hipótesis con las realidades del momento?

Yo espero que se consiga una imagen renovada de Miguel Hernández, porque siempre ha estado rodeado por una serie de mitificaciones, para bien o para mal. En algunos casos esas mitificaciones han servido para ensalzar la figura del autor; pero, en otros, ha servido para degradarla. De manera que, pasado ya un siglo desde su nacimiento, creo que es el momento oportuno e idóneo para que tengamos una imagen nítida del escritor; o sea, fuera ya de cualquier apología que se haga sobre el poeta de una parte o de otra. La importancia de Hernández es que supo llevar todo su recorrido y experiencia, tanto antes como durante y después de la Guerra Civil Española, a lo literario, supo elevarlo a la altura literaria, y creo que eso fue realmente excepcional.

Unos 20 nombres propios de la investigación hernandiana, unos 200 asistentes a las propuestas e imagino que también algunas novedades con acento o no de sorpresa colectiva...

Muchas novedades no vamos a tener... siempre y cuando esas novedades tengan que ver con descubrimientos que modifiquen de forma radical la figura del poeta, de eso estoy prácticamente segura. Pueden aparecer más a cartas relacionadas con él, puede aparecer, quizás, algún poema inédito que haya guardado celosamente alguien; pero eso, en cualquier caso, servirá para aumentar la grandeza de Miguel Hernández, pero no para modificar lo que ya está dicho. Yo creo que el principal hallazgo se hizo en el año 1992 cuando se publicó la obra completa con todo el aparato crítico... eso nos dio una imagen muy nueva en el sentido de que uno de los mitos que se crearon sobre Miguel Hernández era que él era un escritor muy intuitivo, que realmente lo era, y que no elaboraba los poemas.

Y eso cambió por completo...

Se pudo ver en su momento, no obstante, y se puede ver actualmente ver a través de la obra completa, que Miguel elaboraba muchísimo los poemas incluso en situaciones muy difíciles como la Guerra Civil Española. Uno puede encontrar los esbozos preparatorios a poemas de "Viento del pueblo" o "El hombre acecha"; o, incluso, en la cárcel, cuando él entregaba a su mujer los versos y los bocetos de algunos poemas y ella, Josefina Manresa, los sacaba con la lechera. La verdad es que, todo eso, nos da una imagen de un poeta que amaba realmente su obra, o sea que él no solamente guardó aquellos poemas definitivos sino todo lo que iba antes de ese poema definitivo, todas las versiones previas. Realmente son muy pocos los poetas que han guardado todo ese proceso de creación.

¿Y a todo ello le encuentra algún sentido?

Sí, yo creo que es que él era muy celoso de su propia obra. Y como llegar al poema definitivo le costaba tanto, en el buen sentido de la palabra y en el buen sentido de la frase, tenía que elaborar y tensionar el lenguaje al máximo. Él consideraba el poema definitivo no como el resultado de su obra, sino que todo era obra también, no sólo esa versión definitiva.

Así, pues, ¿será un congreso único, por lo que trae y por todo lo que lleva en su interior?

Va a ser una experiencia irrepetible, aunque en toda España se están organizando eventos en distintos ámbitos de la sociedad. Creo que en este 2010 se está aglutinando todo lo que durante algunos años ha quedado prácticamente paralizado y está resurgiendo. Casi siempre necesitamos un momento especial para que la máquina vuelva a funcionar, y el centenario nos lo ha dado.

¿Para usted qué significa estar al frente de este proyecto?

Para mí es importantísimo por un ciclo de vida, porque yo empecé con la tesis doctoral en 1988 y la presenté en el año 1992; fueron cuatro años de muchísima intensidad porque tenía que transcribir todos los manuscritos de Miguel Hernández. Después, aunque nunca he abandona la figura del poeta de Orihuela, la investigación ha quedado aletargada en algunos momentos porque, en realidad, me dedico profesionalmente a la literatura latinoamericana... si bien siempre he intentado relacionar, en estos últimos años, la figura de Hernández con otros poetas latinoamericanos. Que ahora sea la presidenta de un congreso internacional 20 años después de aquella primera ocasión, la verdad es que me llena de orgullo.

¿Y entre tanto llegan los días de protagonismo para el congreso, ha tenido tiempo para mirar cara a cara a Miguel Hernández y reconocer qué ha significado para usted su obra y, también por qué no, su vida?

No soy muy mitómana, de entrada. Y, sobre todo, cuando me acerco a la literatura, no sólo a Miguel Hernández sino a cualquier autor que haya abordado, la verdad es que intento ser lo más objetiva posible. A mí me gusta entrar en el texto, no tanto en la vida del escritor, aunque uno tiene que tener en cuenta ese contexto, por qué escribió esa obra, por qué esos temas son recurrentes... Lo que más me impresionó de Hernández fue, sobre todo, la manera con que él fue labrando los poemas. Soy repetitiva, lo sé; pero creo que es fundamental. Ver a este hombre con la poca formación intelectual que tenía, ver de que manera él va castigándose para intentar hacer lo que están haciendo los poetas del 27 y ver como él sale airoso de todo eso.

Entonces, ¿qué es lo que más le gusta de él?

Sobre todo, lo que me gusta de Hernández era el tesón en lo poético, ver de qué manera él se iba poniendo metas y cómo las iba resolviendo.Metas que para él eran muy difíciles, sobre todo porque tenía una formación muy básica; cómo él va resolviendo todos esos enigmas que él mismo se va planteando: podré llegar a escribir octavas perfectas como escribían los del 27, lo consiguió; podré escribir sonetos que tengan la frescura de los clásicos, lo consiguió; podré escribir poemas para reflejar lo que estoy viviendo en el campo de batalla y lo que están viviendo todos mis compañeros, y lo consigue en "Viento del pueblo" y en "El hombre acecha"; podré reflejar toda la angustia y al mismo tiempo hablar de esperanza en las cárceles que estoy viviendo, y lo consiguióÉ Eso es lo que me impresiona, el tesón poético que tuvo durante el poco tiempo de escritura en el que vivió, y cómo se iba superando así mismo.

¿Hablamos de que queda algo aún por descubrir e investigar?

Su proceso de creación. Yo creo que esa es una parte de la que se puede sacar muchísimo y creo que, poco a poco, algunos estudiosos están recurriendo a ello. Si uno se acoge a todo lo que iba anteriormente del poema definitivo, a cómo iba elaborando ese poema, se puede entender muchísimo mejor cómo creaba Hernández y cómo se hacía poeta.

Y su legado, al final, se ha quedado en Elche...

Creo que el legado debía quedarse en Elche por una razón: porque su mujer, Josefina, lo dejó allí. Los tiempos cambian, las situaciones también cambian... yo todo eso lo comprendo y es posible que haya otros sitios quizás mejores que la Biblioteca Central de Elche, pero Josefina lo depositó allí y, por lo tanto, por su memoria, debía de quedarse allí. De cualquier forma, en todo momento, debemos de tener en cuenta todos que, se haga lo que se haga, no debe perderse la universalidad del escritor.

¿Cuál ha sido, para usted, el papel de Josefina Manresa?

A mí me impresionó mucho el libro que ella publicó con sus testimonios. Creo que ella nunca renunció a sus principios, y esa es la grandeza de Josefina Manresa, a pesar de todo lo que pasó siempre se mantuvo como era. Fue una mujer muy firme en sus principios, muy celosa también de todo lo que rodeaba a la figura de Miguel Hernández, porque no olvidemos que se estaban viviendo tiempos muy malos y tiempos en los que el poeta estaba prohibido. De manera que ella tuvo que pasar muchísimo para llegar, de alguna manera también, a mitificar a su marido y conservar todo aquello que él le dio. La veo, sin dudarlo, como una mujer con muchísima grandeza.

¿Se ha tratado en su justa medidad a Miguel Hernández?

No es lo mismo hablar de Hernández en los años 50 que hacerlo en los 80 ó hacerlo en el siglo XXI. La perspectiva del tiempo siempre es muy sabia y eso se refleja en la investigación. Es el momento para que nosotros podamos analizar la obra hernandiana con esa perspectiva temporal, y observar esa obra, y reivindicar esa obra, pero no sólo reivindicar la figura de Hernández sino, también, la relación que tuvo con otros intelectuales, y verlo, del mismo modo, en su época.

¿Para qué va a servir este año del Centenario ?

Para resituar al escritor. Lo importante es que siendo su lenguaje tan universal pueda llegar a todas las clases sociales, porque lo que hay en su obra es mucho sentimiento... y la manera de expresar ese sentimiento es tan directa que uno cuando lee la obra hernandiana se identifica con ella.
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lunes, 8 de noviembre de 2010

Poema XLIX

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INCERTIDUMBRE

Me contemplo en los ojos del espejo,
naufrago entre los párpados
con peces que vuelan sobre el caos
y muero en mitad de la tormenta.
Desgarro la cortina del tiempo
y el cierzo azota mi mañana
con descomunales brazos
en lóbrego y poderoso llanto.
Recorro calles imposibles
por el lento camino de las náyades,
vocean los perros mi nombre
y la noche se vuelve negra.
Hay sombras en todos los rincones,
escombros que revientan pasos
y manos que oprimen vísceras
en el pálido tránsito de la llama.
Hoy he dormido despierto
en un lecho de incertidumbre,
cubierto con sábanas de plomo
y un dolor de hielo en las entrañas.

Del libro inédito "La luz y la ceniza"
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jueves, 4 de noviembre de 2010

La vigilia de un poeta

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ABC, 11 de octubre de 2010

La vigilia de un poeta

ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA

La concesión del premio Nacional de Poesía a José María Millares Sall es una noticia que debe alegrar ante todo a los lectores de poesía y a quienes siguen con interés el desarrollo de la lírica contemporánea. Es una noticia que, por cierto, debería hacer meditar un poco a quienes creen que escribir en Canarias, o desde Canarias, es sufrir la condena del olvido por parte de la «metrópoli», a la que algunos acusan de practicar una severa e injusta preterición de la realidad literaria insular. Este premio, si algo demuestra, es que un poeta que hace su trabajo con una clara conciencia del alcance de su aventura, y de los riesgos y problemas que esa aventura comporta, acaba por encontrar lectores atentos. José María Millares no practicó nunca, en este sentido, ningún victimismo. Además de su obra —una obra amplia, diversa, puesta al día en un complejo arco de gustos e intereses creadores—, ha sido esta una actitud intelectual y moral que debemos agradecerle, y que es sin duda un ejemplo para las nuevas generaciones surgidas en las Islas.
Desde los tiempos de Liverpool y de Ronda de luces(dos libros casi antitéticos), publicados en los duros días de la posguerra, hasta sus publicaciones más recientes, José María Millares supo ser fiel a sí mismo sin dejar de concebir la escritura poética como un ámbito de indagación y de búsqueda. De ahí los distintos «lenguajes», a veces aparentemente inconciliables o contradictorios, que cabe advertir en su producción poética a partir de los años setenta. Regresaba él entonces a la poesía después de un largo silencio público. Lo hizo con coraje, en medio de la incomprensión y el silencio de muchos, como suele ocurrirles a quienes se entregan a la escritura poética, definida por la dificultad de su empresa y por su público minoritario. Me hace feliz, por ello, ver que la obra de José María Millares obtiene un reconocimiento que no por tardío es menos justo y satisfactorio.
Me tocó trabajar muy cerca de José María Millares en los tiempos en que se reimprimió la serie Planas de Poesía, cuya edición facsimilar estuvo a mi cuidado. Supe entonces de su bondad y de su generosidad. Me solía enviar copia de algunos de sus manuscritos. Recuerdo ahora, entre otros títulos, un cuaderno de haikus remitido en la Navidad de 2002, o el original de Rostros (Escritura gestual), que recibí en fechas cercanas. Él y mi padre habían sido amigos en su juventud, y ambos recordaban con nostalgia aquellos años cuarenta más bien poco memorables
José María Millares escribió toda su obra en una vigilia creadora que merece el mejor reconocimiento y nuestra honda gratitud como lectores. José María Millares o la vigilia. José María Millares o la fe irrenunciable en la palabra poética.
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