jueves, 3 de diciembre de 2015

Presentación de Zarzal en Albacete por Ángel J. Aguilar




Presentación de Zarzal de Ricardo Fernández Moyano en Albacete.

Librería Popular 1-12-2015

Buenas tardes

Seguro que todos los que estáis aquí conocéis de sobra a Ricardo. De todas maneras creo que está bien comentar algunos aspectos biobliográficos antes de hablar de su libro: Zarzal.

Ricardo es paisano nuestro, de Minaya, aunque hace mucho vive en Zaragoza. Es profesor de EGB y escribe desde siempre. Tiene muchos premios de poesía, como el de Versos para una primavera y el de Versos de amor. Y ha sido finalista en otro montón de certámenes, por lo que la calidad de su escritura es indiscutible. 

Ha escrito también un montón de libros, solo o en colaboración, casi todos de poesía: Tras la huella del tiempo, Transparencias, La voz en la memoria o el que hoy nos presenta: Zarzal. Incluso también ha entrado en el terreno de la investigación con el libro: Poetas suicidas: sensibilidad o supervivencia. Y por supuesto es un consumado haiyin, un escritor habitual en los foros que sobre el haiku existen en España.

No sé qué número es Zarzal en tu bibliografía, Ricardo, pero sí sé que es, a mi juicio, tu mejor libro. Eres tú, muy tú, en este libro que culmina un proceso creativo cada vez más cuidado en lo formal. Eres tú, muy tú, también en los temas. En ese sentido das las claves del libro en las dos citas primeras: una reivindicación de ti, de tu presencia, por fin “autorizada”, y una constante alusión a la melancolía, a la nostalgia. Todo ello cocinado con un decir a veces lacónico, con un léxico cuidado, a veces casi lapidario, lleno de metáforas y simbolismos.

Ricardo se abisma en sí mismo y colorea todo el libro de sus estados de ánimo. Es valientemente autobiográfico: “nací en un pedestal perfecto/ donde todo era falso”,  y no duda en mostrar el desaliento en la primera parte de su libro. Poemas como Náufrago o Destierro muestran  un desamparo a veces desgarrador. 

Sin embargo en la segunda parte del libro Ricardo “autoriza su presencia” y en Renacer vuelve a la infancia de otra manera: a coger fuerzas, a recobrarse renombrándose. Para eso sirve también la poesía, que siempre tiene algo de sanador y mágico: “Pero sabes con certeza/ que hay luz en los días claros/ y te reclinas sereno/ en tu locura”. En poemas como Brotes o Singladura, o Luz, el poeta se yergue y da sentido a su tristeza anterior. Hasta el punto de que no quiere salvarse solo y en Gritos en la arena nos encontramos poesía social, comprometida, celosa de una salvación no solo personal sino colectiva.

Con una poesía sutil, más de pensamiento y reminiscencia que de sentidos y de carne, Ricardo nos lleva en este libro hasta su lucha personal entre la presencia y la melancolía. Y puesto que está aquí y sus versos están con nosotros, tenemos la certeza de que es la vida la que gana esa partida, con su presencia de música casi callada, de susurros,  de palabras bellas y medidas.

Enhorabuena Ricardo.

Ángel J. Aguilar