lunes, 28 de febrero de 2011

El escritor residente que vive dentro de mí

.





Globedia, enero de 2011

Cada escritor tiene su “musa” o su fuente de inspiración. En mi caso, cada línea escrita es producto del escritor residente que vive dentro de mí.

El escritor residente que vive dentro de mí.

Por Victor Virgós

Hace unos meses dialogaba yo con un escritor en ciernes que iniciaba su singladura por este apasionante viaje hacia la narrativa. Él, pupilo de un taller de escritura, rebosaba pasión por la afición recién estrenada.
Idolatraba a los mentores que impartían estas clases, mascando con fruición sus consejos y enseñanzas. Según departíamos, intercambiábamos intereses comunes, nos encontrábamos hermanados en aspectos como: perfilación de los personajes creados, trayectos argumentales, desarrollo de la historia abocada a un desenlace...
Asentíamos como bovinos disfrutando del mutuo entendimiento y complicidad. En líneas generales, me parecían sensatas las directrices narrativas postuladas por estos maestros para lograr navegar con fluidez por los cauces de la prosa y el verso.
Nuestra alegre cháchara se había convertido en una bella estrofa con música de fondo, acompañada por un coro de ángeles querubines. Tal era nuestra sincronía...
Sin embargo, me hallé de pronto enviado a las antípodas, condenado al ostracismo, cuando abordamos el tópico de las expectativas.
La letanía de nuestra plática rezaba ahora oráculos que tenían que ver con la posteridad y la gloria. Complacer al lector con la pericia de nuestra inventiva, tratar temas globales que puedan provocar "devociones" de un alcance ecuménico... todo esto me causaba una gran desazón, taquicardias y cefaleas.
Se enredó la conversación en la búsqueda de ardides para encadenar al lector a las puntadas hilvanadas de nuestros escritos. Llegados a este punto de inflexión, no me quedó más alternativa que presentarle a mi colega al escritor residente que vive dentro de mí.
El acoplamiento inicial de nuestros puntos de vista como "escritores en ciernes", no tardó en transformarse en islas distantes, separadas por un inmenso océano de miras y motivaciones diferentes.
Mi amigo jamás había oído hablar, ni sabía que pudiera existir, un "escritor residente" que viviera dentro de mí. A medida que iba yo desgranando su personalidad y caracter autónomo, el estupor de mi interlocutor iba menoscabando su inicial magnitud.
Ahora, por fin comprendía mi punto de vista, tal vez estrafalario y, desde luego inconveniente para alcanzar popularidad y parabienes constantes, pero sin duda, coherente y razonable. El "escritor residente" que vive dentro de mí, le exponía yo, es un hedonista egoísta, que, como Narciso adoraba su reflejo en el espejo, sólo sabe mirarse a sí mismo. Escribe única y exclusivamente para su propio deleite, sin importarle ni pretender los amores o lisonjas de sus lectores.
Le explicaba yo a mi colega de aficiones que tan sólo soy una carcasa vacía donde buscó su cobijo el "escritor residente". Yo sólo observo la ejecución de sus obras; le presto mis manos para transformar en prosa sus pensamientos.
Por ello, insistía yo, no concibo mi sendero por el curso sinuoso de la narrativa como un vehículo de "captación de feligreses", pues para mí, escribir es un bálsamo sanador, una tapadera destapada que vomita mis penas y alegrías, me libera de los fardos innecesarios y excesivos de mis pensamientos.
Escribir es mi terapia emocional; achica el flujo incontenible de mi volatinera imaginación, proclive a desbordarse si yo no le pongo freno. En mi caso, escribir es tanto una pasión como una necesidad, y esa enfermedad contraída de por vida se manifiesta con síntomas inequívocos y unas directrices inviolables.
No puedo ni debo elegir la esencia de mis escritos, pues más bien es ella quien me invoca. Siento que debo ser tan sólo la pluma que arrastra el viento, sin importarle si asciende o se hunde en el inframundo.
No puedo convocar por propia voluntad los elementos adecuados para transformar las líneas de mis escritos en obras de arte literarias, pues, carezco de la valía necesaria, y no soy dueño de lo que escribo, tan sólo transcribo los pensamientos del "escritor residente" que vive dentro de mí.
.

martes, 22 de febrero de 2011

Poema LVIII

.HUELLAS

Esta primavera cargada de luz
hace fuertes tus ojos y suave tu boca
bajo el profundo surco del recuerdo.
Harían falta estribos
para sujetar la vida.
Nada podrá borrar el tiempo,
ni la tersura de tu miel,
ni la piel de tus caricias.

Del libro inédito "Rituales de identidad"
.

jueves, 17 de febrero de 2011

Poema LVII

.

ARMONÍA

Anestesiado en esta maraña de locos,
gira la pereza del reloj
ante los líquenes del absurdo.
Al llegar la noche
hay músicas de caricia
sobre mi sed de tímpanos.
La vida muestra su cara más amable
sumergido en la palabra.
Las notas ruedan a la espalda del ojo
en la albarda del orbe.

Del libro inédito Rituales de identidad

.

domingo, 13 de febrero de 2011

La literatura no puede cambiar el mundo

.

El periódico mediterráneo, enero de 2011

Matute: “Si la literatura cambiara el mundo, lo habría hecho con `Guerra y Paz´”

Por Efe

La escritora Ana María Matute ha asegurado hoy en Castellón que la literatura no puede cambiar el mundo, ya que, de haber sido así, ya lo habría hecho con la novela del ruso León Tolstói "Guerra y Paz". "Aquí está la vieja, en silla de ruedas, pero está", ha advertido la novelista de 85 años, ganadora del Premio Cervantes 2010, durante la conferencia "Literatura, Literatura, Literatura" que ha ofrecido en el Teatro Principal de Castellón, dentro del ciclo "Condición Literal", organizado por la Fundación Caja Castellón-Bancaja. Matute, que ha respondido con sentido del humor a todas las preguntas que se le han formulado, ha confesado que en este momento tiene "dentro de la cabeza" otra novela. . La escritora ha calificado el estado del mundo actual como de "muy malo" y ha asegurado que "el ser humano no es del todo bueno", y es por eso que no tiene "ningún orgullo de pertenecer a la especie humana por lo que es capaz de hacer a otros seres humanos". En este sentido, ha asegurado que lo que cambiaría del mundo sería a los dirigentes, ya que "cuando se llega al poder cambia la mentalidad" y dejan de hacer todo aquello por lo que habían luchado. La escritora ha afirmado que lo mejor que le ha dado la literatura ha sido precisamente el hecho de poder escribir, de ser escritora y "de ver
mis libros publicados", y ha asegurado que ha llegado a ser lo que es porque "siempre ha sido ésta mi voluntad". Matute ha confesado que cuando publica una nueva obra, duerme con ella debajo de la almohada, porque esto le hace sentirse "mejor". Para la escritora barcelonesa, escribir es "sufrir y gozar, es vivir de una manera muy intensa tu vida y la de los otros", y ha animado a los jóvenes con aspiraciones literarias a que "lean y escriban mucho, y que no les de miedo vivir, ya que puede herir, pero es una herida fructífera".
.

martes, 8 de febrero de 2011

Poema LVI

.


SIEMPRE AMANECE TARDE

Siempre amanece tarde.

En el corazón anida la tristeza,
un maremagnun de dudas
no te deja crecer
y te convierte en prisma desenfocado.
La luna se ha parado en la noche
y un cielo sin estrellas
detenido por las sombras
se afana en ocultar la evidencia.
No consigue abrirse a la llama
entre tanta espesa tiniebla,
en este eclipse imperfecto
de rosas que nacen marchitas.
La vida avanza sin remedio
y la claridad consigue aparecer
en una marea lentísima
de luces que descubren calles.
El tiempo ha pasado por tu cuerpo,
ya no eres aquel joven de ayer,
aunque amanece, ya es tarde
para el caminante y su destino.

Siempre amanece tarde.
.

sábado, 5 de febrero de 2011

Entrevista a José Manuel Caballero Bonald

.

Público, enero de 2011

José Manuel Caballero Bonald: “El lector justifica la literatura”

Por Peio H. Riaño

Vive cerca de uno de los pinares más grandes de Madrid, entre calles con nombres de montes. La experiencia de la naturaleza, sobre todo la marítima, nutre gran parte de su poesía, como queda reflejado en la antología Ruido de muchas aguas, que publica Visor. La poesía de José Manuel Caballero Bonald (Cádiz, 1926) se mira en el espejo de Valente y Barral, con la intención de que la palabra termine por significar más en el poema que en el diccionario, aunque él también escribe por acicate, ante eldesacuerdo y contra el acomodo. Después de todos estos años se queda con las ganas de haber escrito una novela sobre el Cervantes anónimo, el de la clandestinidad, el andariego, "la nocturnidad de Cervantes por los burdeles de Sevilla". Precisamente tiene todos los premios menos el Cervantes. Tendrá que esperar, al menos, dos años.

¿Qué es lo que le separó del grupo de los cincuenta?

No estoy en contra de aceptar esa filiación con el grupo del cincuenta, teníamos cosas en común pero no literariamente. Con Barral y Valente sí, pero con el resto no. La belleza del lenguaje, la corrección de la palabra me alejó de aquel grupo que aceptó los simplistas instrumentos de la novela social.

En Manual de infractores' (Seix Barral) sí hay escritura desde la indignación.

Sí, pero me refería a los más esquemáticos enunciados de la poesía social, ese empobrecimiento de la palabra poética en beneficio de que llegara al mayor número de destinatarios. Eso me parece literariamente innecesario. Ahora bien, el sentido social de la literatura me sigue pareciendo muy evidente y nunca lo he abandonado. Incluso una vez muerto Franco e ingresados en esta tambaleante democracia he escrito poemarios como Manual de infractores y La noche no tiene paredes, con poemas destacadamente enfrentados a un mundo que detesto.

¿Con la edad uno se hace más valiente o consciente de la necesidad que tiene la sociedad?

Es verdad que a medida que he cumplido años me he vuelto bastante directo. Antes me callaba pero ya no. Y menos en un mundo como el actual, con una derechización del país, desde la universidad a la política. Todo ese mundo acomodaticio y conservador, en el que el fantasma de Aznar se aparece cuando menos lo esperas.

¿Los jóvenes literatos son valientes o se guardan de la crítica?

Creo que todavía no tienen la edad de ser valerosos o denodados. Pero escritores como Carlos Pardo, Antonio Lucas, José Luis Rey, Azaústre, José Luis Vela hacen una poesía que se aparta del canon, al margen del realismo más simple y de las tendencias figurativas contemporáneas. Ellos son unos desobedientes a los que me siento muy cerca. La gran literatura está hecha por grandes desobedientes.

¿La poesía es algo más que un pellizco de monja frente al poder?

Dudo que la poesía tenga eficacia social. Antes uno era crédulo y pensaba que podía cambiar el mundo o la historia, pero eso no es más que una utopía. La utopía es una esperanza largamente aplazada. La poesía sólo sirve para enriquecer la sensibilidad del que lee, con eso ya es bastante. El lector justifica la literatura.

¿La poesía de Caballero Bonald pasó del experimento a la poesía que se defiende de la vida?

Eso es bastante preciso. Para Pavese, poesía es una forma de defensa contra las ofensas de la vida. Eso lo tengo muy presente: escribo defendiéndome de algo, contra lo que detesto. Quiero que el lector se vea reflejado. A partir de El descrédito del héroe (Bartleby) esto lo tuve muy presente. No quiero pertenecer a esa España que también detestaba Luis Cernuda.


¿Es rentable escribir con ira?

No, no lo es. He dicho cosas con aspereza. Y eso me ha ocasionado ciertos desacuerdos, no ha sido rentable, pero eso me da igual ya.

¿Qué motivos tiene el autor hoy para rebelarse?

Muchísimos. Desde las agresiones a los corruptos considerados héroes. Siempre me he tenido por un anarquista con gustos burgueses, pero me he transformado mucho con las circunstancias que vivimos hoy, vuelvo a mencionar la derechización. Somos un país aconfesional que siente nostalgia de la España nacional católica. Hay cosas que no te puedes explicar, como el hecho de que haya franquistas que puedan llevar a los tribunales a un juez acusándole de juzgar los crímenes del franquismo ¿Quién entiende eso? Estamos pagando aquella Transición cosida con alfileres. Es incomprensible que no se haya creado un tribunal que juzgara a los crímenes del franquismo.

¿Qué aporta la memoria como recurso narrativo?

La memoria es fundamental, el factor desencadenante de la acción literaria. Recuerdo cosas que he vivido y las modifico, las deformo. No como género autobiográfico, simplemente es el telón de fondo de lo que estoy explicando. Reproducir los recuerdos y modificarlos.

¿Y entre la memoria y la verdad?

A mí la verdad en literatura no me interesa para nada. Todo es ficción. El escritor miente todo lo que puede si eso favorece a la ficción literaria.

¿Le interesa hurgarse públicamente?

La verdad es que llevar al papel el viaje interior me cuesta trabajo. Sin embargo, es cierto que mi próximo libro es la búsqueda de mi interioridad, para ver hasta qué punto es verificable por la literatura. Cuando interiorizo hasta tener una iluminación, ocurren estas cosas. Será un libro testamento. Un libro largo, muy especial. De lo que he escrito será lo que merezca la pena.
.

jueves, 3 de febrero de 2011

Espectral en Zaragoza

.

Esta tarde ha presentado Ángel Guinda su último libro, Espectral, en Zaragoza. Con una puesta en escena genial, tal y como correspondía al local, el hall del Teatro Principal de la ciudad. Trinidad Ruiz Marcellán ha presentado el acto y después se han escuchdo dos poemas musicados de Ángel Guinda para dar paso al autor que se ha presentado a sí mismo en una especie de homenaje a su padre, según palabras del mismo.
Ángel ha ido leyendo párrafos del libro, una publicación en prosa poética que recoge su experiencia con la poesía, frente a la poesía de la experiencia, según sus propias palabras, en definitiva se trata de un libro que recoge la filosofía de este prolífico autor que ha sido galadornado con el Premio de las letras Aragonesas 2010.
.