Público, enero de 2011
José Manuel Caballero Bonald: “El lector justifica la literatura”
Por Peio H. Riaño
Vive cerca de uno de los pinares más grandes de Madrid, entre calles con nombres de montes. La experiencia de la naturaleza, sobre todo la marítima, nutre gran parte de su poesía, como queda reflejado en la antología Ruido de muchas aguas, que publica Visor. La poesía de José Manuel Caballero Bonald (Cádiz, 1926) se mira en el espejo de Valente y Barral, con la intención de que la palabra termine por significar más en el poema que en el diccionario, aunque él también escribe por acicate, ante eldesacuerdo y contra el acomodo. Después de todos estos años se queda con las ganas de haber escrito una novela sobre el Cervantes anónimo, el de la clandestinidad, el andariego, "la nocturnidad de Cervantes por los burdeles de Sevilla". Precisamente tiene todos los premios menos el Cervantes. Tendrá que esperar, al menos, dos años.
¿Qué es lo que le separó del grupo de los cincuenta?
No estoy en contra de aceptar esa filiación con el grupo del cincuenta, teníamos cosas en común pero no literariamente. Con Barral y Valente sí, pero con el resto no. La belleza del lenguaje, la corrección de la palabra me alejó de aquel grupo que aceptó los simplistas instrumentos de la novela social.
En Manual de infractores' (Seix Barral) sí hay escritura desde la indignación.
Sí, pero me refería a los más esquemáticos enunciados de la poesía social, ese empobrecimiento de la palabra poética en beneficio de que llegara al mayor número de destinatarios. Eso me parece literariamente innecesario. Ahora bien, el sentido social de la literatura me sigue pareciendo muy evidente y nunca lo he abandonado. Incluso una vez muerto Franco e ingresados en esta tambaleante democracia he escrito poemarios como Manual de infractores y La noche no tiene paredes, con poemas destacadamente enfrentados a un mundo que detesto.
¿Con la edad uno se hace más valiente o consciente de la necesidad que tiene la sociedad?
Es verdad que a medida que he cumplido años me he vuelto bastante directo. Antes me callaba pero ya no. Y menos en un mundo como el actual, con una derechización del país, desde la universidad a la política. Todo ese mundo acomodaticio y conservador, en el que el fantasma de Aznar se aparece cuando menos lo esperas.
¿Los jóvenes literatos son valientes o se guardan de la crítica?
Creo que todavía no tienen la edad de ser valerosos o denodados. Pero escritores como Carlos Pardo, Antonio Lucas, José Luis Rey, Azaústre, José Luis Vela hacen una poesía que se aparta del canon, al margen del realismo más simple y de las tendencias figurativas contemporáneas. Ellos son unos desobedientes a los que me siento muy cerca. La gran literatura está hecha por grandes desobedientes.
¿La poesía es algo más que un pellizco de monja frente al poder?
Dudo que la poesía tenga eficacia social. Antes uno era crédulo y pensaba que podía cambiar el mundo o la historia, pero eso no es más que una utopía. La utopía es una esperanza largamente aplazada. La poesía sólo sirve para enriquecer la sensibilidad del que lee, con eso ya es bastante. El lector justifica la literatura.
¿La poesía de Caballero Bonald pasó del experimento a la poesía que se defiende de la vida?
Eso es bastante preciso. Para Pavese, poesía es una forma de defensa contra las ofensas de la vida. Eso lo tengo muy presente: escribo defendiéndome de algo, contra lo que detesto. Quiero que el lector se vea reflejado. A partir de El descrédito del héroe (Bartleby) esto lo tuve muy presente. No quiero pertenecer a esa España que también detestaba Luis Cernuda.
¿Es rentable escribir con ira?
No, no lo es. He dicho cosas con aspereza. Y eso me ha ocasionado ciertos desacuerdos, no ha sido rentable, pero eso me da igual ya.
¿Qué motivos tiene el autor hoy para rebelarse?
Muchísimos. Desde las agresiones a los corruptos considerados héroes. Siempre me he tenido por un anarquista con gustos burgueses, pero me he transformado mucho con las circunstancias que vivimos hoy, vuelvo a mencionar la derechización. Somos un país aconfesional que siente nostalgia de la España nacional católica. Hay cosas que no te puedes explicar, como el hecho de que haya franquistas que puedan llevar a los tribunales a un juez acusándole de juzgar los crímenes del franquismo ¿Quién entiende eso? Estamos pagando aquella Transición cosida con alfileres. Es incomprensible que no se haya creado un tribunal que juzgara a los crímenes del franquismo.
¿Qué aporta la memoria como recurso narrativo?
La memoria es fundamental, el factor desencadenante de la acción literaria. Recuerdo cosas que he vivido y las modifico, las deformo. No como género autobiográfico, simplemente es el telón de fondo de lo que estoy explicando. Reproducir los recuerdos y modificarlos.
¿Y entre la memoria y la verdad?
A mí la verdad en literatura no me interesa para nada. Todo es ficción. El escritor miente todo lo que puede si eso favorece a la ficción literaria.
¿Le interesa hurgarse públicamente?
La verdad es que llevar al papel el viaje interior me cuesta trabajo. Sin embargo, es cierto que mi próximo libro es la búsqueda de mi interioridad, para ver hasta qué punto es verificable por la literatura. Cuando interiorizo hasta tener una iluminación, ocurren estas cosas. Será un libro testamento. Un libro largo, muy especial. De lo que he escrito será lo que merezca la pena.
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José Manuel Caballero Bonald: “El lector justifica la literatura”
Por Peio H. Riaño
Vive cerca de uno de los pinares más grandes de Madrid, entre calles con nombres de montes. La experiencia de la naturaleza, sobre todo la marítima, nutre gran parte de su poesía, como queda reflejado en la antología Ruido de muchas aguas, que publica Visor. La poesía de José Manuel Caballero Bonald (Cádiz, 1926) se mira en el espejo de Valente y Barral, con la intención de que la palabra termine por significar más en el poema que en el diccionario, aunque él también escribe por acicate, ante eldesacuerdo y contra el acomodo. Después de todos estos años se queda con las ganas de haber escrito una novela sobre el Cervantes anónimo, el de la clandestinidad, el andariego, "la nocturnidad de Cervantes por los burdeles de Sevilla". Precisamente tiene todos los premios menos el Cervantes. Tendrá que esperar, al menos, dos años.
¿Qué es lo que le separó del grupo de los cincuenta?
No estoy en contra de aceptar esa filiación con el grupo del cincuenta, teníamos cosas en común pero no literariamente. Con Barral y Valente sí, pero con el resto no. La belleza del lenguaje, la corrección de la palabra me alejó de aquel grupo que aceptó los simplistas instrumentos de la novela social.
En Manual de infractores' (Seix Barral) sí hay escritura desde la indignación.
Sí, pero me refería a los más esquemáticos enunciados de la poesía social, ese empobrecimiento de la palabra poética en beneficio de que llegara al mayor número de destinatarios. Eso me parece literariamente innecesario. Ahora bien, el sentido social de la literatura me sigue pareciendo muy evidente y nunca lo he abandonado. Incluso una vez muerto Franco e ingresados en esta tambaleante democracia he escrito poemarios como Manual de infractores y La noche no tiene paredes, con poemas destacadamente enfrentados a un mundo que detesto.
¿Con la edad uno se hace más valiente o consciente de la necesidad que tiene la sociedad?
Es verdad que a medida que he cumplido años me he vuelto bastante directo. Antes me callaba pero ya no. Y menos en un mundo como el actual, con una derechización del país, desde la universidad a la política. Todo ese mundo acomodaticio y conservador, en el que el fantasma de Aznar se aparece cuando menos lo esperas.
¿Los jóvenes literatos son valientes o se guardan de la crítica?
Creo que todavía no tienen la edad de ser valerosos o denodados. Pero escritores como Carlos Pardo, Antonio Lucas, José Luis Rey, Azaústre, José Luis Vela hacen una poesía que se aparta del canon, al margen del realismo más simple y de las tendencias figurativas contemporáneas. Ellos son unos desobedientes a los que me siento muy cerca. La gran literatura está hecha por grandes desobedientes.
¿La poesía es algo más que un pellizco de monja frente al poder?
Dudo que la poesía tenga eficacia social. Antes uno era crédulo y pensaba que podía cambiar el mundo o la historia, pero eso no es más que una utopía. La utopía es una esperanza largamente aplazada. La poesía sólo sirve para enriquecer la sensibilidad del que lee, con eso ya es bastante. El lector justifica la literatura.
¿La poesía de Caballero Bonald pasó del experimento a la poesía que se defiende de la vida?
Eso es bastante preciso. Para Pavese, poesía es una forma de defensa contra las ofensas de la vida. Eso lo tengo muy presente: escribo defendiéndome de algo, contra lo que detesto. Quiero que el lector se vea reflejado. A partir de El descrédito del héroe (Bartleby) esto lo tuve muy presente. No quiero pertenecer a esa España que también detestaba Luis Cernuda.
¿Es rentable escribir con ira?
No, no lo es. He dicho cosas con aspereza. Y eso me ha ocasionado ciertos desacuerdos, no ha sido rentable, pero eso me da igual ya.
¿Qué motivos tiene el autor hoy para rebelarse?
Muchísimos. Desde las agresiones a los corruptos considerados héroes. Siempre me he tenido por un anarquista con gustos burgueses, pero me he transformado mucho con las circunstancias que vivimos hoy, vuelvo a mencionar la derechización. Somos un país aconfesional que siente nostalgia de la España nacional católica. Hay cosas que no te puedes explicar, como el hecho de que haya franquistas que puedan llevar a los tribunales a un juez acusándole de juzgar los crímenes del franquismo ¿Quién entiende eso? Estamos pagando aquella Transición cosida con alfileres. Es incomprensible que no se haya creado un tribunal que juzgara a los crímenes del franquismo.
¿Qué aporta la memoria como recurso narrativo?
La memoria es fundamental, el factor desencadenante de la acción literaria. Recuerdo cosas que he vivido y las modifico, las deformo. No como género autobiográfico, simplemente es el telón de fondo de lo que estoy explicando. Reproducir los recuerdos y modificarlos.
¿Y entre la memoria y la verdad?
A mí la verdad en literatura no me interesa para nada. Todo es ficción. El escritor miente todo lo que puede si eso favorece a la ficción literaria.
¿Le interesa hurgarse públicamente?
La verdad es que llevar al papel el viaje interior me cuesta trabajo. Sin embargo, es cierto que mi próximo libro es la búsqueda de mi interioridad, para ver hasta qué punto es verificable por la literatura. Cuando interiorizo hasta tener una iluminación, ocurren estas cosas. Será un libro testamento. Un libro largo, muy especial. De lo que he escrito será lo que merezca la pena.
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1 comentario:
Hola
Cuando puedas pasate por mi blog, estamos celebrando que «Estoy a tu lado» ya tiene 500 amigos seguidores y tiene un regalo para ti
Con ternura
Sor.Cecilia, me ha hecho mucha gracia lo del pellizco de monja jajaj!!
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