Pizzeria Al pensiero 19-07-2011
Chabi Angulo nació en Holanda, provincia de Hilversum. Sus padres son españoles (madre canaria y padre cordobés criado en Barcelona) que se conocieron en Holanda. Se casaron allí y tuvieron 2 hijos. Cuando cumplió los 8 años, lo trasladaron a Tenerife, Islas Canarias. Comenzô a escribir a los 14 años aproximadamente, pero jamâs ha publicado nada y lo más doloroso, destruyendo todo lo escrito o bien lo ha regalado. Comenzó a trabajar a los 18 años en el mundo de las urgencias y emergencias aunque ya era voluntario de varias ONG relacionadas con ellas. Trabaja hasta los 31 años y viene a Zaragoza dejando atrás las emergencias. 74 brisas de la Luna es su primer libro. Para hablar de él, en primer lugar debemos preguntarnos ¿Qué es un haiku? Abordaremos la pregunta desde dos puntos de vista: En cuanto a la expresión, un haiku (o haikai) es un poema breve de aproximadamente 17 silabas que suelen estar organizados en 3 versos (5-7-5). El haiku no tiene título ni rima en japonés, su simplicidad es tal que podemos prescindir de signos de puntuación y mayùsculas. De alguna manera se parece a lo que decimos hablando. En concordancia, en el haiku abundan los sustantivos: es una forma poética predominantemente nominal, de expresión sencilla y concisa. El término haiku es sin embargo reciente, pues el primero en emplearlo es Shiki en el S. XIX. En cuanto al contenido, "haikai es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, este momento" nos dicen los poetas japoneses del Siglo XVII. El poema suele tratar de la naturaleza, de la realidad, de lo percibido por los sentidos. El haiku clásico es una percepción directa por los sentidos. El haiku clásico de un acontecimiento, a menudo trivial, que llama la atención del poeta (haijin, o persona que escribe haiku), el cual lo espiritualiza y eleva por encima de su pequeña transcendencia. La fuente de inspiración para el poeta puede ser un monte, un arroyo, la vegetación o el clima. En todos los casos el haiku está impregnado de un fuerte sentimiento de estación: primavera, verano, otoño, invierno y Año Nuevo, concepto este último muy tradicional y con connotaciones propias de la tradición nipona. Se relaciona con todas las tradiciones ancestrales, la ceremonia del té, el cuidado de jardines, los bonsáis, el arreglo de flores etc. Pero esto no ha impedido el conocimiento y posterior adopción del haiku por el mundo occidental, considerándolo como un género abierto y universal. El haiku surge de la contemplación de la naturaleza. "Para escribir un haiku hay que mirar el mundo con ojos de niño", dirá un haijin clásico japonés, hay que dejarse sorprender por el paisaje, contemplarlo como si fuera la primera vez que lo vemos, en definitiva mirar la realidad con otros ojos, con los ojos del corazón. Naturalmente, hoy en día existe el haiku urbano, el haiku de lo cotidiano, pero la forma de escritura es la misma: contemplación y sorpresa, de hecho el último verso muchas veces suele ser un hecho sorprendente que atrapa al poeta. Como ejemplo este famoso haiku del maestro Bashô: Un viejo estanque / se zambulle una rana: / ruido del agua. Por todo lo dicho, creo debo decir que los poemas de Chabi no son exactamente haikus, o al menos no todos. Tal vez se escapen unos cuantos: Viejo Moncayo / coronado de nieve / fiel horizonte, o este otro: Hombre y perro / a cada cual sensible / la luna sale, en el primero de ellos, si sustituimos el Moncayo por el monte Fuji (el Fujiyama), tendríamos un haiku clásico japonés. En realidad podríamos decir que 74 brisas de la luna, es un acercamiento al haiku, primero en su métrica y luego en la expresión, pero un haiku no debe llevar metáforas, ni en él aparece el yo del poeta, ni los sentimientos, ni son reflexiones personales, es algo tan sencillo y tan complejo como decir lo que está pasando aquí, ahora, en este momento. Sin duda estamos ante un gran libro de poemas (tercetos) con forma de haiku que hablan mucho de la sensibilidad de Chabi y que nos dicen que dentro de él se está forjando un gran haijin por su especial atracción por el espíritu del haiku, la espiritualidad zen y el mundo que le rodea con los sentidos a flor de piel.
Ricardo Fernández Moyano
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