EL CIVISMO, mayo de 2008
Una mirada a los Premios Nobel
Ni todos ni tan buenos
Qué mira, qué lee, qué pretende y qué esconde la Real Academia Sueca acerca de los Premios Nobel de Literatura. Una perspectiva profunda y crítica de la Licenciada Vaccaro, compilada en más de 500 páginas editadas por la Universidad de Sevilla
“El libro es el único objeto en el mercado global que no tiene normas de calidad. La única pauta para editarlo, ponerle precio y decidir que se venda es el interés del público. Entonces, un escritor pésimo vende porque hay interés, y quizá un escritor excelente ni siquiera llega a editarse”. Ésta fue una de las reflexiones de la Lic. Laura Vaccaro durante el diálogo con EL CIVISMO acerca de su trabajo recientemente publicado “Los Premios Nobel de Literatura. Una lectura crítica”.
Hizo su carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires y pensó en la idea de hacer el doctorado, especializarse en algún tema. “Me pareció interesante porque no estaba cubierto, nadie había investigado el tema en profundidad. No sólo en Argentina, sino en el mundo. No había un libro que se dedicara a la literatura desde lo profesional, que luego de haber leído a todos estos escritores pudiera opinar desde la lectura de las obras. Hay mucha información, en internet hay muchísima, pero son pequeñas reseñas biográficas de cada uno. Encontrás algo sobre cada uno en particular pero no la mirada de conjunto”, explicó la investigadora.
La lógica revela el por qué: había que estar años leyendo porque hasta la actualidad, son 104 escritores. “No sólo eso. Son autores de distintos lugares y de distintas épocas. Chinos, japoneses, africanos, un montón de europeos, estadounidenses y pocos latinoamericanos. Recorres el planeta, y al recorrerlo encontrás desde escritores alemanes en la Segunda Guerra Mundial, hasta escritores chinos durante la guerra de Manchuria. Entonces tenés que saber qué estaba pasando en cada lugar, si no, no capturás lo esencial de cada libro, de cada escritor. Había que ponerse a estudiar historia, a leer todo lo que circundaba cada libro. Por eso tanto tiempo”.
Aunque al decirlo parezca una tarea faraónica, Vaccaro le dedicó cinco intensos años a la investigación y otros dos a darle forma de libro a todo su trabajo. Finalmente, y siguiendo lo que en materia de investigación acontece en el país, lo publicó en la Universidad de Sevilla, España.
Son múltiples las apreciaciones y reflexiones que la investigadora local ofrece en su obra de más de 500 páginas. En una charla con EL CIVISMO, comentó algunas de ellas.
Canon literario
Tanto a nivel formal y académico como a nivel popular se ha escrito mucho sobre el canon literario, es decir, qué habría que leer para ser culto, o lo que se llama cultura general. Los expertos son quienes dicen qué leer y qué no. Ése es el único aval posible para un lector inexperto.
Al respecto, Vaccaro explicó que “hay una serie de libros que salieron en los últimos años en nuestro país sobre esto y también tengo otros que se publicaron en Estados Unidos. Claro que son otros recortes, otras selecciones. A mí lo que me interesaba es qué hay detrás del recorte, no me interesa que me digan qué leer, sino cómo recortar. En la industria hay normas de calidad. Fabricás un vino y hay una serie de normas que cumplir y si no lo haces no te dan la etiqueta que avaló la norma. Así, hay una relación precio–calidad, que tiene que ver con el cumplimiento de esas normas que garantizan mínimamente la calidad del producto. En cambio, el libro es el único objeto en el mercado global en el que eso no sucede. La única pauta para editarlo, ponerle precio y decidir que se venda es el interés del público. Entonces un escritor pésimo vende porque hay interés, y quizá un escritor excelente no llega a editarse”.
En este sentido, los premios literarios parecen funcionar como avales de calidad: pero lo hacen mal. “Parecería que si le ponemos el sello del Premio Nobel de Literatura tenés asegurada la calidad y no es así de ninguna manera. Ésta es una de las cuestiones que yo discuto. La conclusión del libro es que de los 104 escritores rescato menos de la mitad. Los que rescato son excelentes, pero es muy poco para tratarse del premio literario más prestigioso del mundo. Después, si te pones a hilar fino en otros premios literarios pasa lo mismo”, concluyó.
Sorpresas y decepciones
A lo largo de la investigación Vaccaro descubrió obras y autores buenos y malos. “Me sorprendió descubrir a escritores que no sabía ni el nombre. Cuando empecé esto tomé la lista de los ganadores y había nombres que no había oído jamás. En algunos casos descubrí escritores formidables. Me decepcionó encontrar escritores francamente malos, e incluso me decepcionó encontrar libros malos de escritores que por otros conceptos son muy buenos. Porque el problema del Nobel es que ellos no premian un libro, premian una obra completa. Distinto es el caso de otros premios que lo hacen a un libro, entonces la norma es mucho más objetiva”.
La historia del siglo XX
Para entender autores y obras, Vaccaro necesitó ahondar en las historias particulares de cada uno de los autores y libros. “Fue fascinante la lectura del entramado. Empezar a leerlos a todos, en qué época escribían, qué estaba pasando, éste se conoció con este otro, éstos estaban de este bando o de otro respecto de lo que pasaba en ese momento. Se va contando la historia a través de estos libros. Porque este premio se empieza a dar en 1901, entonces recorre todo el siglo XX. Podés leer el siglo a través de estos escritores. Esto también es un capítulo del libro”.
Quiénes quedaron fuera
Es sabido que son innumerables los nombres que quedaron fuera de este reconocimiento internacional. Al respecto comentó que “no necesitas un especialista para nombrar a Borges. Los rusos te pueden nombrar a Tolstoi, a Chéjov, todos escritores que estaban vivos. Porque esa es la otra, ellos dicen: “pero se nos había muerto”. Los franceses te pueden nombrar a Proust, eso es terrible. Los checos te pueden nombrar a Kafka. Cuando yo hablo del libro en España digo que los pocos españoles que lo ganaron, son ignotos, salvo alguno como Juan Ramón Jiménez, el resto son escritores irrelevantes si uno los compara con los monstruos de la literatura española. No hay ninguno de los grandes y hay un montón de regulares. Latinoamérica tiene la misma representación en el premio que África: cinco o seis cada uno. Además, en Latinoamérica hay dos escritores centroamericanos pero de habla inglesa, o sea que esos no cuentan para la parte latina de América. Es un espacio vacío en el premio. En algún lugar del libro yo digo que el premio es europeo, blanco y varón. En general ésa ha sido la línea, hay 11 escritoras y 3 negros, esto no es ni malo ni bueno, pero la mirada de la Academia, durante mucho tiempo recayó en Europa y Estados Unidos, el resto del mundo se caía en el precipicio”.
Algunos autores de relevancia llegaron a su posición luego de su muerte. “En algunos casos es verdad, y la Academia se agarra de ese argumento que es válido. Pero bueno, en primer lugar, ellos se constituyen en jurado literario. Es como si un médico me dijera: `y bueno, pero la gente no sabía que existía la penicilina’. Sí bueno, pero el experto sos vos, la gente común no tiene que venir a decirte que descubrieron a Kafka. Es al revés; ellos son el tribunal literario constituido como juez apto para detectar estas cosas. La segunda cuestión, es que es cierto a medias; porque todos los que nombré que quedaron afuera estaban todos vivos, entonces es responsabilidad de ellos”.
Sólo para hoy o para la eternidad
Entre los criterios que pueden pensarse a la hora de seleccionar autores puede discutirse entre la temporalidad de algunos autores -que puede transformarse en oportunismo- o la universalidad y atemporalidad que los transforman en clásicos.
“Hay bastante de eso también. Te doy un ejemplo muy reciente: cuando ocurrió el atentado a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre. La ceremonia oficial de los Premios es el 10 de diciembre, en Estocolmo, pero el premio se anuncia al mundo en octubre. Quiere decir que entre el atentado a las Torres y el anuncio, pasaron 20 días. Ese año el premio cayó sobre un escritor centroamericano de habla inglesa, Naipaul. Él escribe en contra del Islam, pero de una manera ultrafanatizada, es decir, todo lo que procede del Islam es perverso, lleva a la destrucción y a la guerra santa. Hace una lectura completamente propicia y funcional a la política de Bush. Ese tipo ganó el Nobel. Vos lo lees y decís, busquemos una idea. Cerrás el libro y no encontrás nada”.
1 comentario:
Saludos desde Lima Perú. La idea de ponerte a escribir libros, y luego de 10 años ganar el Nobel (con su USD 1.5 millón incluido), es muy seductora. Sobre el libro del tema, he dado un vistazo en google, y me ha gustado mucho.
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