En este viaje he tejido una manta con los versos de Ricardo, con cada una de sus palabras sin añadirle ni una extra. Ni un bordado accesorio.
Así pues, el resultado es este poema que he ido uniendo con los hilos de su libro. Con sus versos desparramados y desordenados por mi.
Con la calma del monje, me acerco al poema. Han sonado unas notas monótonas y me acuna un libro.
Y me sumerjo. Lentamente.
Se hace hermosa la vida, evoca amaneceres de fuego y espero tu retorno igual que espera el barro a la tormenta.
Harían falta estribos para estancar la vida.Cuando llega la noche hay caricias de música sobre mi sed de tímpanos.
Como duele ese aguijón. Pero tal vez bastara una llamada. En mi presencia ya solo queda el roce de tus pasos.
Las fotografías son de Tanya Lacey. Un honor que se acercara allí a plasmar estos instantes.
Cualquier instante que plasma Tanya, lo llena de luz. Una suerte tenerla cerca.
Os la recomiendo por encima de todo…
Ricardo, el autor, agradecido y cercano.
Yolanda Saenz de Tejada
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