Ricardo Fernández Moyano, nos presenta hoy su libro Rituales de identidad, de la Editorial Huerga & Fierro y comienza con una cita del poeta Antonio Colinas que dice así:
"Me enciendo por pasadas plenitudes / y por estas presentes enmudezco".Y es esto mismo lo que el autor quiere transmitirnos a través de sus poemas, nos muestra el espejo que le devuelve con el paso del tiempo a la realidad de los años.
El poeta recuerda momentos que afortunadamente continúan en su memoria, y los plasma en un papel en blanco, siendo la poesía su mejor cómplice y compañera:
Con la calma del monje
me acerco al poema,
busco dentro esa luz
que provoque nuevas palabras.
Sin otras armas que la tinta,
sondeo la ciénaga
con pericia aprendida,
y solo el mar responde a mi llamada.
Ricardo es un poeta ya curtido y consagrado en el mundo de la poesía, con este poemario nos invita a viajar en un mar de recuerdos y añoranzas, descubriremos al poeta que encuentra refugio en el transitar errante de huellas y tiempos pasados, una mezcla de experiencias personales que han ido ahondando en su memoria, latidos del ayer que nos llenarán de paz y de sosiego en cada verso.
Ricardo reconoce en la noche la luz de la palabra, desafiando las miserias del mundo con el fulgor de su tinta, se busca en el zarzal de la memoria y se siente extraño en una lágrima.
ZARZAL
Buscas en el zarzal de la memoria
las luciérnagas
que solían acompañar tus noches.
Oprime la mano tus sienes
en un gesto mecánico, aprendido,
vuelves a sentirte ese extraño
que muere en una lágrima.
Pero ya no eres aquel náufrago
que frotaba con ímpetu la lámpara:
has aprendido a sobrevivir
entre la luz de los escombros.
La vida en si es un poema, que día tras día nos regala versos de ternura casi al azar, y donde quizás antes había hojarascas.
El poeta intenta decirnos que, el tiempo se nos escapa de las manos y no podemos atrapar el mecanismo de los relojes:
El cielo no es azul, ni verde el mar,
no hay vida detrás de los espejos...
en las cartas no se respira amor,
ni un beso puede devolver calor a la ceniza.
Ricardo también le escribe al amor, y se hace hermosa la vida:
TU MIRADA
He aprendido
que es tropezar la vida,
caer y despertar
en tus nocturnos parpados
como paisaje único.
Y espera el amor cada noche igual que espera el barco a la tormenta, espera su sonrisa oculta y espera que disipe sus penas en la aurora envolviéndolo en su abrazo, adormeciendo su boca entre sus sombras.
El poeta también recuerda su niñez en los parques de la nostalgia, deja posar sus ojos sobre los árboles pasando así fugazmente los olvidos ante él:
De saber que la vida era todo esto
no habría arrastrado mis miedos por aceras vacías.
Ricardo nos dice que, vive en el margen sin poder evitar la sacudida, la resurrección de los vivos, y en su afán por conciliarse con el mundo, le pasan los años como una maquina terrible (como un escalofrío).
ESCALOFRÍO
Vivo en el margen
sin poder evitar la sacudida,
la resurreción de los vivos.
En mi afán
por conciliarme con el mundo,
han pasado estos años
como una máquina terrible.
Y no me queda más que deciros que las letras de Ricardo son exquisitas, que son una mezcla de experiencias personales en el transcurso del tiempo que es un poeta al que merece la pena leer, porque sus poemas están escritos con mucha bondad y una extraordinaria sencillez.
Luisa López Gómez
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