EPITAFIO
He llegado hasta aquí,
con las manos abiertas
el corazón sembrado de gozo,
y los ojos cerrados para verte.
La música me devuelve la paz,
en un gesto de amor que me consuela
y en tus brazos encuentro la ternura
que busqué por caminos,
en los tristes senderos
de la ciénaga
donde tropiezan mis pies.
He venido hasta ti
para pedirte entereza,
voluntad para amar
lo que nadie quiere.
Amar con toda tu fuerza,
esperanza y vigor,
que no desfallezca ante la muerte.
He venido a verte hoy
y te he encontrado
con la sonrisa en la puerta
y un corazón abierto entre tus manos.
Del libro inédito La Voz en la Memoria
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