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¡QUÉ PENA DE LIRIOS!
Florece el corazón en la fría noche,
revienta mi alma con verdes espadas
con suave yugo quebrantas mi frente;
siegas mi llanto con dulce guadaña.
Inundas el cielo con tibias palabras,
oigo temblar un silencio de nubes
y una apagada calma de espanto
y ternura, despierta los gemidos
de la tarde.
......................¡Qué pena de lirios!,
¡Qué tristeza de agua! Marchitan
los recuerdos tus ojos de nieve
y espuma, y mi corazón se muda
llorando perlas de seda callada.
Destellos de luna, párpado y nácar
sellan mi pecho a golpe de lágrima;
siento latidos de noche en mi lecho,
recuerdo tu nombre y olvido mis alas.
Del libro inédito En el camino (1985)
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