domingo, 20 de julio de 2008

Margaret Atwood


EL PROCESO, 7 de julio de 2008


Margaret Atwood: La poesía como raíz


México, D.F.- El pasado 25 de junio, un jurado presidido por Víctor García de la Concha decidió otorgar la 28 edición del premio Príncipe de Asturias a la escritora canadiense Margaret Atwood, “por su espléndida obra literaria que ha explorado diferentes géneros literarios con agudeza e ironía y porque ella asume inteligentemente la tradición clásica, defiende la dignidad de las mujeres y denuncia situaciones de injusticia social”.

Esta nota quiere recordar los primeros pasos de Atwood como autora.

Aunque Canadá es uno de los países más grandes de nuestro continente, su literatura tiene una difusión muy escasa. No sólo en lengua española, en la que apenas resuenan unos cuantos nombres: Alice Munro, Leonard Cohen, Robertson Davies y Michael Ondaatje. En general, su presencia internacional no parece corresponder con la riqueza material de esa nación.

De ahí que sea especialmente interesante que la 28 edición del premio Príncipe de Asturias, en el apartado correspondiente a literatura, se otorgue este año a una escritora canadiense, sin duda la persona más ilustre de su país en el campo de las letras y probablemente la que más se ha preocupado por reflexionar sobre su cultura e identidad.

Margaret Eleanor Atwood, quien nació el 18 de noviembre de 1939 en Ottawa, ha publicado medio centenar de libros: trece de poesía, seis de ensayo, uno de teatro, seis de literatura infantil y más de 20 de narrativa, el género más favorecido por los editores españoles cuando se trata de traducir, como lo prueban los 11 títulos de Atwood disponibles en nuestro idioma.

Sería deseable que el premio atraiga la atención de los editores hacia otras obras de Atwood y que se viertan al español algunos de sus libros de ensayos más notables, como Negotiating with the Dead: A Writer on Writing y Second Words.

En un ensayo incluido en éste último, “Travels back” (1982), Atwood ha recordado cómo se acercó al mundo de la literatura:

“Hasta 1956, siempre pensé que me dedicaría a la botánica… Nada me decía siquiera que escribir era una posibilidad para un joven en Canadá en el siglo XX. Estudiábamos a algunos autores, claro, pero ninguno de ellos era canadiense ni estaba vivo (…).

“En la preparatoria no se enseñaba poesía canadiense ni prácticamente nada relacionado con Canadá. En los primeros años estudiábamos a los griegos y a los romanos y a los antiguos egipcios y a los reyes de Inglaterra y en el último año aprendíamos algunas cosas sobre Canadá en un aburrido librito azul que en su mayor parte estaba dedicado al cultivo del trigo.”

A los 16 años de edad descubrió que todo lo que le interesaba era escribir poesía y decidió estudiar letras inglesas. Su elección la llevaría a Harvard, donde tuvo como maestro y amigo a su compatriota, el ilustre crítico Northrop Frye. Bajo su tutela estudió a los más eminentes autores victorianos, y en su biblioteca descubrió la casi secreta tradición poética del Canadá.

Su visión comprometida y crítica del mundo y la sociedad contemporáneos queda de manifiesto en toda su producción, donde Latinoamérica tiene un espacio propio.

En 1996, Atwood deploró la distancia que separa culturalmente a Canadá de los latinoamericanos en "Desde el invierno", una antología en español de cuentos de autores canadienses anglófonos publicada en La Habana.

"Estados Unidos separa a los canadienses de las naciones y culturas de Latinoamérica y el Caribe. Cuando miramos hacia el sur -algo que en Canadá solemos hacer bastante seguido- nuestra vista resulta bloqueada por Estados Unidos. Lo mismo les sucede a los latinoamericanos cuando miran lo suficientemente lejos hacia el norte. El resultado es que canadienses y latinoamericanos se conocen muy poco", aseguró en la introducción de la obra.

Comprometida activista a favor de la ecología, pero también defensora de los derechos humanos, crítica feroz de los regímenes totalitarios, Atwood no sólo ha plasmado su pensamiento en la voz de sus personajes.

En marzo de 2003 arremetió contra la política de Washington en una dura carta abierta al país vecino. "Querido Estados Unidos: ésta es una carta difícil de escribir, porque ya no estoy demasiado segura de quién eres (...). Tú y nosotros siempre hemos estado cerca. La historia, esa vieja marañera, nos ha mantenido ligados desde principios del siglo XVII. Algunos de nosotros éramos tú; algunos queríamos ser tú", escribió.

En su amarga diatriba, Atwood advirtió: "Si sigues bajando por esta pendiente resbaladiza, la gente del resto del mundo dejará de admirar las cosas buenas que tienes. Decidirán que tu ciudad sobre la colina es una pocilga y tu democracia una mentira (...). Pensarán que has desertado del respeto por la ley. Pensarán que has ensuciado tu propio nido".

"El cuento de la criada" ("The handmaid's tale", 1985) fue convertido en ópera y también llevado a la pantalla grande: adaptado en 1990 por el premio Nóbel de literatura británico Harold Pinter, la cinta fue dirigida por Volker Schlöndorff y protagonizada por Robert Duvall y Faye Dunnaway.

En el año 2000 Atwood ganó el Booker Prize, máximo galardón de la literatura en lengua inglesa. Sus libros han sido traducidos a más de treinta idiomas, incluidos el coreano, farsi, finlandés, estonio, islandés, japonés y turco.

En 1961 dio a conocer, a través de una edición privada, su primera colección de poemas: Double Persephone. Desde entonces, Margaret Atwood no ha dejado de escribir poemas, si bien es claro que la principal razón de su prestigio reside en su vasta obra narrativa.

Sin embargo, para recordar sus raíces, ofrecemos a los lectores de apro la versión en español de uno de sus más célebres poemas: “This is a photograph of me,” con el que se inicia su segundo libro de poemas, The circle game (1966). Gracias a él obtuvo su primer premio literario: el Governor’s General Award, la más importante distinción que se otorgaba en el mundo cultural de Canadá en aquellos años.

Esta es una fotografía que me tomaron

Me la tomaron hace tiempo.

A primera vista parecería

una impresión

muy sucia: líneas borrosas y pecas de mugre

mezcladas con el papel;

pero, si la miras

con atención, en el ángulo superior izquierdo

aparece una rama: parte de un árbol

(un abeto o un pino)

y, hacia la derecha, escalando

lo que debe ser una ladera,

una pequeña casa.

Al fondo hay un lago,

y más allá, unas cuantas colinas.

(La fotografía fue tomada

el día después de que me ahogué.

Estoy en el lago, al centro

de la imagen, justo bajo la superficie.

Es difícil decir precisamente

dónde, o

cuán grande o pequeña soy:

El efecto de la luz sobre el agua

es engañoso

pero, si miras durante un buen rato,

al cabo

acabarás por descubrirme.)

Rafael Vargas


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