HERALDO, 19 de marzo de 2009
Ana María Navales: la pasión del lenguaje
ANTÓN CASTRO. Zaragoza
Ana María Navales (Zaragoza, 1939-Maleján, Zaragoza, 2009) solía decir que no tenía antecedentes literarios en su familia, y que su inmensa vocación por las letras se forjó en la adolescencia. La escritora había nacido de su condición de lectora y también de su condición de hija única: poblaba esa soledad de seres imaginarios, de fábulas. Vivía reconcentrada, vuelta hacia la música y el color y el calor de las palabras. Aprendió a escribir a máquina de inmediato y encuadernaba, con primor y laboriosidad, sus primeras novelas, sus primeros bosquejos de poemas. Estudió Filosofía y Letras, y pronto frecuentó la amistad de creadores que la marcaron, como Manuel Derqui, o el profesor Cándido Pérez Gállego, experto en James Joyce y en Shakespeare.
Con independencia y con la conciencia de que "tienes que estar siempre a punto y cuando se abre la espita de la creación", Ana María Navales fue construyendo lo que iba a ser su obra, pautada por el rigor y el ambición de hondura y belleza, inclinada hacia "la inmensa minoría", como decía Ricardo Senabre, una obra que tiene muchos caminos, un vasto campo de intereses y el uso de varias disciplinas y géneros.
Ana María Navales fue una estudiosa y una divulgadora de la literatura. Fue de las primeras en estudiar la obra de Francisco Umbral, y también la de Miguel Delibes, Daniel Sueiro e Ignacio Aldecoa, mostraría interés por escritoras aragonesas de escasa proyección, u olvidadas, como María Pilar Sinués o Rosa María Cajal, y siempre apoyó a Rosa María Aranda, Encarnación Ferré o Teresa Agustín, entre otras. Y dio clases de Literatura Hispanoamericana en
Escribió mucho en los periódicos, especialmente en la sección 'Artes y Letras' de HERALDO, donde redactó pequeños ensayos, redescubrió libros y señaló a jóvenes autores, como puede ser el caso de José María Conget o José-Carlos Mainer, en sus inicios. Mainer recordaba el día de su entierro que "ella escribió la primera reseña de un libro mío, y eso es algo que no podré olvidar jamás". Eloy Tizón, autor del excepcional libro 'Velocidad de los jardines', dice en el blog del profesor y crítico Fernando Valls: "Conmigo fue siempre de una generosidad sin límites, enviándome todos sus libros dedicados, abriéndome de par en par las puertas de 'Turia' y escribiendo reseñas elogiosas sobre mis páginas".
Su labor de difusión literaria tiene otros polos inequívocos: la codirección de la revista ‘Albaida’ con el poeta y profesor Rosendo Tello, que subrayaba hace unos días "las exquisitas calidades de su prosa especialmente y esa mirada surrealista de su lírica"; casi un cuarto de siglo al frente de la revista ‘Turia’, que dirigió al alimón con Raúl Carlos Maícas; su trabajo en la sección de Creación Literaria del Instituto de Estudios Turolenses...
Su obra literaria comprende poesía, ensayo y narrativa, tanto novela como relato corto, del que era una auténtica virtuosa, como se puede percibir en tres volúmenes: ‘Paseo por la íntima ciudad y otros encuentros’ (Librería General, 1978), ‘Cuentos de Bloomsbury’ (Edhasa, 1991; Calambur, 1999) y ‘Cuentos de las dos orillas’ (Prames, 2001). A propósito de de este volumen, decía el editor Chusé Aragüés: "Era perfeccionista y meticulosa. Recuerdo que primero nos pidió que aumentásemos el cuerpo de letra; yo le explicaba que su libro iba dentro de una colección, con un formato, con una caja, con una tipografía. Lo hicimos; revisó hasta cinco pruebas de imprenta. En cuanto se le pasaba sus prontod, era tremendamente humana y cariñosa".
‘Cuentos de Bloomsbury’ es su obra maestra. Ana María Navales adoraba el universo de Virginia Wolf y de todos sus amigos, desde su hermana Vanessa Bell hasta Roger Fry, desde Dora Carrington a Lytton Strachey, desde Gerald Brenan a Katherine Mansfield, entre otros. Dijo una vez que de Virginia Woolf y de Mansfield "le había atraído su manera de vivir, en libertad, su intensa dedicación a la literatura". De Woolf, que fue un auténtico mito en su existencia, la sedujo esa narrativa preocupada por "el ser íntimo de los personajes" y el hecho de que supo que "el pensamiento es simultáneo y el lenguaje, sucesivo". Dos libros fundamentales de estudios sobre la creación de la mujer son ‘La lady y su abanico’ (Sial, 2002) y ‘Miradas de mujer. De Virginia Woolf a Nadine Gordimer’ (Sial, 2006). Publicó varias novelas: ‘La tarde de las gaviotas’, ‘El laberinto del quetzal’, ‘El regreso de Julieta Always’ y ‘La amante del mandarín’, que resume su experiencia de profesora en el Colegio Alemán.
Ana María Navales se sintió poeta. En una poética de 1986, decía: "Intento ahondar en mi mundo, abarcar todo lo que conforma mi espacio vital, para encontrar mi identidad y llegar a la integración en los seres y el mundo físico, más allá de un aparente desarraigo (…) Me muevo entre dudas y vacilaciones en torno al enigma de la poesía, de su oscura esencia". Ha publicado numerosos poemarios, pero los concentró en su libro de libros, ‘Travesía en el viento’ (Calambur, 2006; 264 páginas, con prólogo de Jesús Ferrer Sola). Ana María Navales se retrataba así en 2006: "Siempre he sido rebelde. Y me he sentido una persona libre. Tanto en la poesía como en la prosa, es decir, en la vida".
3 comentarios:
Agradezco enormemente esta reseña biográfica que me acerca, aunque sea un poquito, a la nobleza de de las Letras de Ana María Navales, mujer prolífica de trabajo y de sueños...
Un abrazo.
No la conocí, pero no sólo ha tenido talento poético, sino también para definirse: rebelde y libre en las letras y en la vida.No estará sola, somos muchos los que la seguimos.Un abrazo
Gracia spor acercarnos a esta inmensa poeta.
Uun abrazo
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