IGNORACIA
De saber que la vida era esto
no habría arrastrado mis miedos
por aceras vacías.
Con la fría certeza de la llama
pegada en el bolsillo,
descubrí lodo en las pisadas.
Al volver una esquina
me sorprendió el amanecer
del día sin retorno
y la voz se volvió más clara.
De haber sabido lo que el alba oculta
no habría recelado tanto
de los ojos cegados
y el poder de los murciélagos.
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