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Como muy dice mi buen amigo Fernando Sarría en su blog hubo otros 11 de septiembre, yo escribí este poema después del atentado a las torres gemelas que me recordó al magnicidio de Chile que fue una masacre de dimensiones desproporcionadas y que ya casi nadie recuerda. Indefectiblemente, este horror lleva un recuerdo añadido a Pablo Neruda que falleció ese mismo año de pena e impotencia ante el mismo.
Veintiocho años después del gran crimen:
el crimen más atroz y sangriento;
pájaros de gris acero golpearon
con fuego al ídolo de pies de barro.
La ciudad se estremeció incrédula,
un alud de pétreas y sombrías miradas
inundó el aire con el pavor de la ausencia
mientras una luz vaporosa
atravesó la mortaja del silencio.
Lloré aquella tarde de septiembre
en la que Allende murió por Chile
y todas las libertades sucumbieron.
Aún se escuchan ira y amargura
donde ayer dominó la prepotencia
aunque no hay castillo inexpugnable
ni abismo en insondable cueva.
Del libro "Rituales de identidad" de próxima aparición
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2 comentarios:
Poético y merecedor recuerdo.
Me alegra habernos reencontrado.
Un abrazo
Bonitas palabras para recordar algo triste, pero que por desgracia sucedió.
Saludos
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