ON THE WALL
Lamento que este hogar no sea humano,
que sucumba la luna en los relojes,
mientras en el perfil impenetrable
de los muertos, se esconde la codicia.
Lamento que los íntimos se maten
por el color de una insignia,
entre ruinas de amor y fango,
oculto el corazón en los incendios.
Lamento que haya losas sin espinas
y estandartes dormidos sin farolas,
alaridos de muerte en el silencio
de madres desgajadas de sus hijos.
Lamento que las águilas
no compartan su miedo y dolor,
ni se solidaricen con los necios
que estercolan el mismo suelo.
Lamento que no haya un hombre
que grite en el desierto de los templos,
ni en las vitrinas del pánico
se escuche el temblor de los huérfanos.
Falta tanta ternura,
que ya no puede mi garganta
rugir más alta su cólera,
y muere en el exilio de un lamento.
***
ZARAGOZA DELICIAS
El taladro atraviesa tímpanos,
una sombría voz
repite eternos mantras.
Nadie parece
sentir
el dóberman del tiempo,
rostros de barricada.
Las marionetas
cuelgan sobre los muros.
Una mujer de rasgos árabes,
pañuelo azul a la cabeza,
se atrinchera tras su equipaje;
impaciente por el andén,
una muchacha joven,
con el niño en los brazos,
ojea los paneles.
Los adioses, licor de olvido.
De Zarzal, Amargord 2015
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