sábado, 10 de septiembre de 2022

La luz escondida


Libros del innombrable

La luz escondida

(Una poética de los ángeles)


Poetas antologados:

Mariano Esquillor, Manuel Pacheco, Miguel Labordeta, Gabino Alejandro Carriedo, Manuel Álvarez Ortega, Antonio Fernández Molina, Fernando Ferreró, Fernando Arrabal, Francisco Brines, Mario Ángel Marrodán, Roberto Goa, Emilio Gastón, Josep Soler, Ángel Sevilla Panadero, Francisco Álvarez Velasco, José María Barceló, Antonio Carvajal, Alfonso López Gradolí, Fernando Burbano, Dante Bertini, Domingo F. Faílde, Ángel Guinda, José María de Montells, Luis Alberto de Cuenca, José Luis Alegre Cudós, Miguel Ángel Bonhome, Emilio Pedro Gómez, Dolors Alberola, Manuel Martínez Forega, Juana J. Marín Saura, Xulio López Valcárcel, Joaquín Sánchez Vallés, Mariano Castro, Ricardo Fernández Moyano, Emilio Amor Alonso, Fernando de Villena, Ángela Ibáñez, Juan Carlos Mestre, Rosa Lentini, José Fernando Sánchez Ruiz, Fernando Sarría, Enrique Villagrasa, Magdalena Lasala, María Ángeles Lence Guilabert, Fernando Sanmartín, Alejandro J. Ratia, María Dolores Bernal, Martín Marcos, María Pilar Martínez Barca, Alfredo Saldaña, Gabriel Sopeña, Ramón Bascuña, Juan Antonio Tello, Javier García Rodríguez, Agustín Calvo Galán, Miguel Ángel Ortiz Albero, María Paz Moreno, Bruno Marcos, Joan Pere Gil Bonfill, David Mayor, Rafael-José Díaz, Alicia Silvestre, Jesús Soria Caro, Iván Humanes Bespín, Christian Tubau Arjona, Ignacio Escuín, Javier Gil Martín, Diana Varela Puñal, Nuria Rovira Ayuso, Lara Osorio Aguilera y Almudena Vidorreta.

***

ÁNGELES DE ACERO

No podemos vivir en dos orillas,
expulsar demonios por la boca
sin sentir el calor del sudario
en la frente de los débiles.
Derramar cascadas de luz
sobre crines de asfalto
y levantar estatuas de papel
en las oficinas del pánico.
Ya duermen los abedules
bajo un hechizo de hembras,
no hay paz para los gusanos
en la piel de las mazmorras.
Marchitas están las madreselvas
tras los corceles del tiempo,
callan despacio las gaviotas
en un caos infinito de ausencia.
Y mientras me envuelve la noche
callada, sueño con serpientes,
ángeles guerreros con tez de acero
enviados por mensajeros de muerte.
Altas torres cayeron del cielo
como torrenciales torrentes
que desataron la sed de los justos
tras una cortina de nieve.


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