AMAR POR LOS DOS
¿Cuánto tiempo necesitan dos amantes para poder expresar su amor? En Buhardilla prestada sólo disponen de cinco segundos, de vez en cuando, en un espacio íntimo y pequeño, prestado por un amigo para que se pueda hacer realidad ese mágico encuentro. Sobre esta idea gira el nuevo libro de la poeta venezolana Maribel Proietti, más conocida como Dulce Mandioca, y más concretamente sobre este poema que da comienzo al mismo:
Buhardilla prestada / cinco segundos / para estar desnudos/ cinco segundos / para “Amar pelos dois”
El último verso hace referencia a la canción del mismo título del artista portugués Salvador Sobral, pues realmente viven un amor imposible, que, para mantenerlo, deben cada uno en ausencia del otro, amar por los dos, pues en esos breves encuentros sólo tienen tiempo para un abrazo, un beso apasionado, una caricia furtiva…, el tiempo se agota, cinco segundos pasan en un suspiro. Es la historia de dos amantes que saborean: la ausencia de la entrega, el sexo, la tristeza, la ansiedad de un deseo por volver a verse, saben que será efímero, las manecillas del reloj trabajan en su contra.
Mediante esta hipérbole llevada al límite, nuestra poeta trata de decirnos que lo importante es el amor sentido, como cada cual pueda o quiera; el amor todo lo supera. Como dice el letrista, poeta y periodista Carlos Villarrubia:
Pero es tan dura esa condena
que respeta la quimera
y no se cita en un sinfín
¿Puede un amor sobrevivir así? Dulce Mandioca nos da la respuesta con la expresiva cita de García Lorca del comienzo:
Quiero llorar porque me da la gana
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.
En estos versos la autora reflexiona sobre el amor, la pasión, la ausencia del ser amado.
Me viene a la memoria en estos momentos una cita de Pedro Salinas, que para muchos es la mejor definición del amor en lengua castellana:
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo:
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primera condena de la vida.
Es en esa prolongación más allá del encuentro físico, en ese hecho mágico de vivir cada uno en la mente del otro, donde se hace posible, o tal vez imposible, el milagro de un amor que no se puede realizar físicamente por falta de tiempo, pero que sin embargo mantiene unidos a los amantes, a la espera de un nuevo encuentro, que aunque saben será breve, no dejan de pensar en él ni un minuto y es esa ilusión lo que mantiene encendida la llama, como en esos momentos en los que ella elabora un collar de perlas negras, donde recuerda o tal vez imagina los besos de su amado:
Inserto en una aguja / hilo negro / treinta perlas negras / una por año / recuerdos que / suben y bajan / como columpios / inserto dos / besando bocas / en lenguas extrañas
Porque, como escribe el poeta aragonés Ángel Guinda en uno de sus aforismos:
Amar es no morir…
No está exento de algunos toques eróticos, a los que nos tiene acostumbrados la autora en sus poemas, como en estos versos:
me coloco / las cuentas / que cubren los pezones / que amo / brindándote en ellas / como copas / chupadas / por tu / boca
O en estos otros que forman parte del poema donde nos cuenta la realización del cuadro que aparece en la cubierta:
sentada desnuda / me poso / ante tu mirada / abro mis / alas de luciérnaga / con tetas / de duraznos
En definitiva, en estos versos sencillos, mínimos, Dulce Mandioca trata de conducirnos a la esencia del amor, al placer de sentir el amor en la ausencia, a llevarnos por un camino imposible de ternura, precisamente para hacernos notar la importancia de vivir el amor cuando estamos juntos y vivirlo en plenitud, pues no sabemos cuánto tiempo vamos a poder disfrutar de esa presencia, ¿tal vez apenas cinco segundos…?
RICARDO FERNÁNDEZ MOYANO
Zaragoza (España), septiembre de 2018
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