XIX encuentro Poesía sin Fronteras. Valladolid-Zaragoza 18-5-2018
Ricardo Fernández Moyano
Ricardo Fernández Moyano (Albacete) residente en Zaragoza, educador de personas con discapacidad intelectual, trabajo tan importante que requiere una capacidad de entrega y una empatía especial.
Organiza y colabora en recitales poéticos. Ha publicado en diversas revistas y tiene un buen número de libros y premios. Es también pintor autodidacta y ha realizado diversas exposiciones.
Hoy nos trae su poemario “Zarzal”, una obra escrita con esmero que se mueve en la realidad del dolor de la existencia, ese dolor que a todos nos visita tarde o temprano. Versos demoledores como “Nací en un pedestal perfecto, donde todo era falso” o “Ya no quedan suturas en la piel de las ruinas”, “Te abaten espirales infinitas”
Hace un llamado a las necesidades básicas como luz, “Hambre de sol es lo que busco” y aliento en la oscuridad, o cuando dice “Necesito un aval, un anticipo de ternura”. Todo aquello que nos salva o nos ayuda como la paciencia para soportar las borrascas.
Todo teñido con un halo de tristeza real o tal vez pesimista. Esa voz interior que no cesa produciendo desazón cuando dice “Abraza los susurros y descansa”, descansar aún en la compañía de ese desasosiego con el que a veces caminamos.
Hasta el apartado V es la exposición cruda de la falta de paz y verdad, de morar en el olvido, de morder la ausencia desde la propia ruina.
Ese “desierto sin almendros” “querer cortar de golpe el día” “Cunetas, claroscuros” “el bisturí de recuerdos”.
A partir del mismo, “RENACER”, nos lleva a los recuerdos de la infancia, como la etapa feliz, la música suave y sin duda la conclusión de sobrevivir. La conjunción del mar, el viento, los colores. Reconocer que siempre hay días claros, “he detenido todos los relojes, ante un impulso de parar el tiempo”.
Me llama la atención este poema aunque pueda parecer una actitud cobarde:
ENMARCADOS
DORIAN Gray
descubrió su destino
palpitando en un cuadro,
por eso desgarró la tela
el día que se volvió cuerdo.
Entre listones
tenemos enmarcada nuestra vida.
Pugnamos por salir,
queremos desmarcarnos
pero una y otra vez nos calzan.
Sólo la muerte nos libera.
En la parte “EL PODER DE LA CARCOMA” hay cierzo, cavernas y vendavales, aferrarse y cantar. Intentarlo todo para sobrevivir, hallar un equilibrio entre nuestras oscuridades y el halo de luz y esperanza.
En “GRITOS EN LA ARENA” vemos la injusta muerte, la desolación de un mundo castigado por otro.
Falta tanta ternura,
que ya no puede mi garganta
rugir más alta su cólera,
y muere en el exilio de un lamento.
Zarzal es un libro profundo, la inmersión en el dolor, en el miedo, en lo enfermo de los días, en las soledades, en las injusticias. Las metáforas justas para realzar con claridad que a pesar de tanto “La emoción logra días sin tregua, y que nada nos aleja de la vida”.
ROCÍO REDONDO
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