Entrevista realizada en 2011 a Emilio Quintanilla para el blog Poesía en la margen con motivo de la concesión a su libro de poemas Regresar a Bomarzo el Premio Isabel de Portugal de ese año.
Ricardo Fernández Moyano: En primer lugar quiero felicitarte en nombre de la Asociación Literaria Rey Fernando de Aragón por tu reciente Premio Isabel de Portugal 2011.
Emilio Quintanilla: Muchas gracias. Es para mi un placer y un honor que vuestra Asociación me dedique un espacio en su blog, que visito a menudo.
R. F. M.: ¿Qué ha supuesto para ti recibir este Premio?
E. Q.: Una gran alegría. Cualquier premio comporta una satisfacción para quien lo recibe, pero en este caso, además, colma una de mis aspiraciones, como es ser premiado en Zaragoza. Hasta ahora no podía presentarme al Santa Isabel de Aragón porque uno de los requisitos para los que no hemos nacido en Aragón es residir aquí, y administrativamente yo estoy empadronado en esta tierra desde hace poco tiempo.
R. F. M.: ¿Se trata de un libro reciente o lo tenías escrito hace tiempo?
E. Q.: Es un libro comenzado hace tres años pero interrumpido y guardado para abordar otros trabajos. Ha sido en la pasada primavera cuando me decidí a reanudarlo, y lo terminé justo cuando estaba a punto de vencer el plazo del Premio al que lo presenté. De hecho lo entregué en el registro de la Diputación Provincial dos días antes de que se cerrara el plazo de admisión.
R. F. M.: Para los que aún no hemos leído tu libro ¿Qué vamos a encontrar en “Regresar a Bomarzo”?
E. Q.: He querido hacer a mi verso protagonista de una peripecia que tiene como escenario el mítico bosque de Bomarzo, un lugar que me fascinó desde que leí hace ya muchos años la novela de Múgica Laínez. Cuando la poesía habla de la poesía se suele decir que se está haciendo metapoesía. En ese sentido Regresar a Bomarzo se puede considerar de alguna forma un ejercicio metapoético. Doy a mi verso vida propia y le hago responsable no solamente de cuanto dice, sino también de cuanto hace. A veces no nos llevamos bien mi verso y yo, aunque siempre terminamos reconciliándonos. Ambos sabemos que no podríamos vivir el uno sin el otro.
R. F. M.: ¿Qué representa este libro dentro de tu evolución como persona y como poeta?
E. Q.: Generalmente los poetas (y cualquier otro creador) tendemos a considerar que nuestro trabajo último, el mas reciente, es también el más completo, el más logrado, aunque no siempre es así. De todas formas creo que he escrito un poemario razonablemente bien construido, y el hecho de que el Jurado me haya distinguido con el Premio Santa Isabel de Aragón me hace sentirme especialmente satisfecho. En cuanto a mi evolución como poeta, prácticamente no la percibo. Tengo la sensación de ser siempre el mismo, aunque soy consciente de que eso es casi imposible en un hombre que dentro de pocos meses será octogenario, como es mi caso. Desde siempre mis libros de poemas tienen una peculiaridad: suelen tener un hilo conductor que les confiere un argumento. Por lo tanto el libro ha de “empezarse por el principio” como si se tratara de un texto en prosa, e ir siguiendo el orden en que el poemario está escrito, porque si se abre por cualquier página al azar (costumbre habitual al hojear un libro de poemas) puede no encontrarse mucho sentido a lo que allí se lea.
R. F. M.: ¿Cuáles son tus temas preferidos a la hora de escribir? ¿Te sientes identificado con alguna corriente poética actual?
E. Q.: Como nos ocurre a casi todos los poetas, comencé dando protagonismo al amor, a la belleza, a los mil asombros con que la vida nos obsequia... y a medida que he ido envejeciendo ha ido tomando protagonismo en mis poemas el paso inexorable y dramático del tiempo. Por lo demás, soy un poeta que siempre ha rendido culto a la musicalidad del verso; a la métrica y a la rima, cosa que la mayoría de mis contemporáneos considera un anacronismo ya superado. En este sentido voy contra corriente. En cuanto a poetas actuales a quienes leo con agrado, citaré a los dos mitos que hoy sirven de guía a miles de jóvenes en España. Dos poetas andaluces con los que precisamente he tenido el placer de coincidir y charlar hace pocos días en un acto que ha tenido lugar en Madrid. Me refiero a Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes. Este último me precedió quince años en la obtención del Premio Internacional de Poesía Luis Cernuda, en Sevilla, que yo obtuve en 2001. Son dos poetas que hoy hacen escuela. Muchos jóvenes, y no tan jóvenes, están copiando su estilo.
R. F. M.: Últimamente hay mucho movimiento poético en Zaragoza, ¿piensas que de alguna manera es un resurgir de la poesía o por el contrario es algo anecdótico y pasajero?
E. Q.: Creo que hoy existe en Zaragoza un nutrido plantel de poetas jóvenes (yo hablo de “poeta” para referirme a ambos sexos) que está haciendo una poesía magnífica. No citaré nombres aunque me vienen a la memoria diez o doce con cuya lectura he disfrutado y he aprendido. Como sabes, durante una temporada organicé, junto con Ángel Sobreviela, una tertulia poética en la Biblioteca de Aragón con periodicidad mensual. Por allí fueron desfilando poetas, casi todos de la joven generación que hoy destaca en Zaragoza, cuya poesía me pareció, en general, muy bella.
R. F. M.: ¿Qué piensas del boom de la poesía en Internet? Ahora parece que cualquiera puede ser poeta, con solo escribir unas palabras bonitas muy sentimentales en un blog y luego verse arropado por un gran número de seguidores. ¿Se ha desvirtuado un poco la poesía en este sentido, donde parece que todo vale?
E. Q.: Recuerdo que, hace ya diez años, en una entrevista que Antón Castro me hizo para el Heraldo de Aragón dije que no me gusta la prosa cortada en pedacitos. Sigo pensando así. No tengo nada contra el verso libre cernudiano, pero hoy abunda, sobre todo en algunos blogs de Internet, la prosa fraccionada en versos que se interrumpen caprichosamente sin ninguna regla. A mi modo de ver eso no es lo que debe entenderse por verso libre. Se confunde a menudo el verso libre con la prosa poética arbitrariamente fragmentada. La diferencia sutil entre prosa poética y verso libre es que en éste la segmentación no puede ser caprichosa. Cada segmento, cada verso, debe constituir una unidad que tenga sentido por sí misma en su contenido, en su pensamiento, en su imagen o en su musicalidad. Yo suelo poner como magnífico ejemplo de verso libre el Canto general de Neruda.
R. F. M.: ¿Qué te parece que le hayan dado el premio Cervantes a en un poeta y precisamente al creador de la "antipoesía"?
E. Q.: Creo que se ha sacado de madre la palabra antipoesía y se ha hecho de ella un tópico. Nicanor Parra tiene una poesía bellísima que a mi juicio justifica plenamente la concesión del Cervantes. Es cierto que suele recurrir en sus versos al lenguaje del pueblo, y que entre sus muchos aciertos está el de haber escrito “Poemas y antipoemas” donde con osadía, gracia y talento transgrede determinadas premisas poéticas convencionales. Pero Nicanor Parra, que ha inventado la palabra “antipoesía” y la ha aplicado a alguno de sus trabajos, es un hombre que ama la poesía. A quien tenga dudas al respecto yo le recomendaría que leyera, por ejemplo, el largo poema “Defensa de Violeta Parra”, dedicado a su hermana y escrito en impecables estrofas sáficas, complicada métrica que Horacio tomó de la poesía griega y que consta de tres versos endecasílabos y un cuarto verso quebrado de cinco sílabas. Para mí es un poema “de culto”. Solo quien ama la poesía puede atreverse con un poema así.
R. F. M.: ¿Quieres añadir alguna otra cosa que me haya podido dejar en el tintero?
E. Q.: Solamente dar de nuevo las gracias a la Asociación Literaria Rey Fernando de Aragón por haber pensado en mi para hacer esta entrevista.
R. F. M.: Gracias Emilio por tus palabras y tu tiempo. Enhorabuena de nuevo y te deseamos muchos éxitos.
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