sábado, 15 de octubre de 2011

QUERENCIA Y RELINCHO de Francisco Julio Donoso

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Francisco Julio Donoso, nos descubre en este libro su amor por los caballos, y a través de él nos revela sus mas íntimos secretos, sus vibraciones mas profundas, a veces, con un deje de amargura o de impotencia pero siempre con una sensibilidad especial que nos eriza el vello. "De la ciudad me quiero ir / de la ciudad me voy / a dejar que hable el potro que llevo dentro". "Te recuerdo / recordando a los muertos / mi yegua maldita, / yegua del recuerdo". Otras veces nos muestra su soledad mas descarnada: "Por ti he muerto tantas veces / que ya no temo a las reencarnaciones". Otras se nos revela enamorado: "Tú con una pregunta / resuelves todas mis dudas".
En realidad son tres libros en uno, el primero es la revisión de un libro ya editado en 2005 bajo el mismo título, el segundo (Querencia y Relincho 2) lo forman nuevos poemas donde vuelven a aparecer los caballos y su mundo, casi como un monotema: "En ti pongo las manos en la rienda / los pies en los estribos / y la mirada tierna / y el tierno subjuntivo". Pero tampoco falta un canto a la guitarra, su otro amor: "¡Qué bien suena la guitarra! / Entre genio y duende / buscar en el canto la palabra..."
El primero va acompañado de excelentes fotografías de José Moñú y Álex Asín y en el segundo encontramos otras no menos bellas de Raúl Ruiz (todas ellas de caballos)
Bajo el título de El Tratante aparece la tercera parte de este libro, una serie de relatos breves, ocho en total en los que aparecen sus fantasmas, sus vivencias, sus ganas de vivir, puestas en boca de otros, desde una emotividad exquisita en los que nuevamente aparecen los equinos como tema central: "Ahora después de tantos años y con el conocimiento que Dios me ha dado y las lecciones que me han dado los caballos..." Y en otro párrafo: "Organicé festejos equinos, iba a las ferias de ganado. Me hice viejo recordando muertes y partos de caballos, cubriciones, sacrificios, castraciones..." En esta ocasión va acompañado de las ilustraciones de Morote, Valentín Silva, Paco Rallo y Pablo Sancho, todas ellas de caballos.
Desconozco si el autor ha vivido entre caballos y si realmente es como él mismo se define El hijo del herrador, pero lo que sí se trasluce en este libro es su fascinación incondicional por este fiel animal, hasta el punto que define en una ocasión al rejoneador como centauro: "Hermoso de Mendoza / el centauro / de las plazas de España de la plaza de Estella". Su conocimiento absoluto de este mundo te deja perplejo muchas veces: ¿será verdad o ficción?
Se cierra el libro con un poema de Ángel Guinda en la contraportada que éste escribió a raíz de regalarle Julio una herradura.
Desde aquí recomiendo la lectura de este libro que será muy bien acogido por los amigos de los caballos o despertará gran atracción hacia ellos, después de su lectura. Confieso que yo de niño también les tenía una gran pasión y aparecían en casi todos mis sueños.
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2 comentarios:

Antonio del Camino dijo...

Buscando en google una imagen para mi blog, llego hasta esta voz de la memoria; lugar acogedor que, con tu permiso, transitaré a menudo.

Un saludo,

Antonio

Ricardo Fernández Moyano dijo...

Gracias Antonio por tu visita y entra cuando quieras, estás en tu casa.

Un abrazo.