EL CORREO, julio de 2009
El autor de 'Las cenizas de Ángela', por el que obtuvo el Premio Pulitzer, murió el pasado domingo en Nueva York.
JUAN PABLO NÓBREGA | NUEVA YORKEl escritor Frank McCourt, que murió en Nueva York a los 78 años, alcanzó fama planetaria tras escribir las memorias de alguien no famoso, la vida extraordinaria de un hombre ordinario. 'Las cenizas de Ángela', el 'bestseller' sobre su niñez miserable en la Irlanda de la década de 1930, le valió millones de lectores, un premio Pulitzer y una adaptación al cine.
De nacionalidad norteamericana e irlandesa, McCourt nació en 1930 en Brooklyn, en el seno de una familia de católicos irlandeses, numerosa y pobre. Sin futuro en medio de la Gran Depresión, los McCourt regresaron cuatro años después a Irlanda a la búsqueda de trabajo para toparse con una situación peor. En su inolvidable relato publicado en 1996 cuando su autor contaba 60 años, el autor describe una niñez de terribles penurias.
Después de que su padre alcohólico abandonó a su familia, su madre -la Ángela del título- se vio obligada a pedir por las calles de la pequeña ciudad de Limerick para sacar adelante a su escuálida prole mientras malvivían en un mugriento sótano infectado de ratas. En ese tiempo, las enfermedades y la desnutrición se llevaron por delante la vida de tres de sus seis hermanos. Pocas infancias han sido tan miserables a ojos de la literatura y, sin embargo, su prosa sincera posee a la vez un brillo, humor y compasión -incluso hacia su padre- que le valieron casi de forma instantánea el reconociendo internacional de crítica y público.
«Cuando miro hacia atrás y contemplo mi infancia, me pregunto cómo logré sobrevivir», empieza narrando en uno de los párrafos más famosos del libro. «Tuvimos una infancia miserable. Una infancia totalmente feliz no merece la pena. Pero hay algo peor que tener una infancia miserable: tener una infancia miserable en Irlanda. Y aún peor es tener una infancia miserable en la Irlanda católica».
Historia conmovedora
«La gente en todos lados se vanagloria y lloriquea sobre las penas de sus primeros años, pero nada se puede comparar a la versión irlandesa: la pobreza, el padre haragán y locuaz; la madre religiosa y vencida que gime junto al fuego; los sacerdotes pomposos, los directores de escuela abusadores; los ingleses y todas las cosas terribles que nos hicieron durante 800 largos años».
'Las cenizas de Ángela' se convirtió desde su publicación en un fenómeno literario, dominando durante dos largos años la lista de libros más vendidos en Estados Unidos y Europa. A punto de jubilarse, Frank McCourt era conocido en Nueva York como un maestro de escritura creativa y un colorido personaje local, digno de una novela sobre la ciudad, que cantaba canciones y contaba historias con su hermano menor y se unía a los parroquianos del bar White Horse Tavern y otros reductos del mundo literario.
Pese a su interesante vida de ciudadano perfectamente anónimo, el viejo maestro de escuela siempre tenía uno o dos libros en proceso pero no había encontrado la fórmula para sacarlos del cajón. Hasta que un día apareció un amigo y lo ayudó a buscar agente literario. Al final, disfrutó tanto de su tardía celebridad que se comparó con un «payaso que baila, disponible para todo el mundo».
Su país de origen, Irlanda, recuerda a McCourt como un «fabuloso cuentacuentos». «Como profesor en Nueva York, animó a sus estudiantes a amar la literatura y la escritura creativa y como escritor, era un maestro en el arte de contar historias», afirmó el ministro de Cultura de este país, Martin Cullen.
.
De nacionalidad norteamericana e irlandesa, McCourt nació en 1930 en Brooklyn, en el seno de una familia de católicos irlandeses, numerosa y pobre. Sin futuro en medio de la Gran Depresión, los McCourt regresaron cuatro años después a Irlanda a la búsqueda de trabajo para toparse con una situación peor. En su inolvidable relato publicado en 1996 cuando su autor contaba 60 años, el autor describe una niñez de terribles penurias.
Después de que su padre alcohólico abandonó a su familia, su madre -la Ángela del título- se vio obligada a pedir por las calles de la pequeña ciudad de Limerick para sacar adelante a su escuálida prole mientras malvivían en un mugriento sótano infectado de ratas. En ese tiempo, las enfermedades y la desnutrición se llevaron por delante la vida de tres de sus seis hermanos. Pocas infancias han sido tan miserables a ojos de la literatura y, sin embargo, su prosa sincera posee a la vez un brillo, humor y compasión -incluso hacia su padre- que le valieron casi de forma instantánea el reconociendo internacional de crítica y público.
«Cuando miro hacia atrás y contemplo mi infancia, me pregunto cómo logré sobrevivir», empieza narrando en uno de los párrafos más famosos del libro. «Tuvimos una infancia miserable. Una infancia totalmente feliz no merece la pena. Pero hay algo peor que tener una infancia miserable: tener una infancia miserable en Irlanda. Y aún peor es tener una infancia miserable en la Irlanda católica».
Historia conmovedora
«La gente en todos lados se vanagloria y lloriquea sobre las penas de sus primeros años, pero nada se puede comparar a la versión irlandesa: la pobreza, el padre haragán y locuaz; la madre religiosa y vencida que gime junto al fuego; los sacerdotes pomposos, los directores de escuela abusadores; los ingleses y todas las cosas terribles que nos hicieron durante 800 largos años».
'Las cenizas de Ángela' se convirtió desde su publicación en un fenómeno literario, dominando durante dos largos años la lista de libros más vendidos en Estados Unidos y Europa. A punto de jubilarse, Frank McCourt era conocido en Nueva York como un maestro de escritura creativa y un colorido personaje local, digno de una novela sobre la ciudad, que cantaba canciones y contaba historias con su hermano menor y se unía a los parroquianos del bar White Horse Tavern y otros reductos del mundo literario.
Pese a su interesante vida de ciudadano perfectamente anónimo, el viejo maestro de escuela siempre tenía uno o dos libros en proceso pero no había encontrado la fórmula para sacarlos del cajón. Hasta que un día apareció un amigo y lo ayudó a buscar agente literario. Al final, disfrutó tanto de su tardía celebridad que se comparó con un «payaso que baila, disponible para todo el mundo».
Su país de origen, Irlanda, recuerda a McCourt como un «fabuloso cuentacuentos». «Como profesor en Nueva York, animó a sus estudiantes a amar la literatura y la escritura creativa y como escritor, era un maestro en el arte de contar historias», afirmó el ministro de Cultura de este país, Martin Cullen.
.
2 comentarios:
Hola Ricardo. No he leido el libro pero ví hacetiempo la película y me pareció conmovedora y muy dura.
Pero lo que más me conmueve es ver
a niños con infancias terribles ce cuando la infancia debería ser para todos la etapa mas feliz. A mi me toca convivir con ellos y es muy duro madurar a destiempo. Espero verte en el festival de poesía del Moncayo. Un abrazo
gracias Ricardo por acercarnos siempre informacion interesante.
Un abrazo
Publicar un comentario