viernes, 14 de agosto de 2009

EL PERRO DE EMILY DICKINSON

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De todos es sabido que Emily Dickinson tenía un perro precioso, un foxterrier azul y blanco encantador e inteligente, llamado Carlo, al que ella adoraba. Se acurrucaba a sus pies cuando escribía y dormía junto a su cama todas las noches. Era la manera de hacer frente a su soledad, al forzado enclaustramiento al que su padre la tuvo sometida.

Emily estaba muy orgullosa de llamarse igual que la gran escritora, también le gustaba escribir y tenía un hermoso perro que descansaba junto ella, lo que ponía furioso a su marido. Sólo ladraba cuando hacían el amor o si la golpeaba al regresar borracho a casa. Era la envidia del vecindario aunque ellos pensaban que el perro era Frank, que la trataba con extrema rudeza. En realidad no la quería, se casó con ella por su dinero y cuando empezó a darse a conocer por sus escritos fue creciendo en su interior un ser malicioso y ruin con sed de venganza.

Foxy la acompañaba a todas partes, cuando iba al mercado, a la peluquería o de paseo junto al río y ocupaba un lugar privilegiado en las presentaciones de sus libros. Era un ser entrañable, la ilusión de su dueña y la admiración de sus amigos.

Frank colocó una noche a la puerta de la casa una trampa para zorros. Al amanecer, un chasquido metálico, como un trueno, seguido de un ladrido agudo y penetrante rompió el silencio. Desde entonces los vecinos le llamaron Fox. El perro de Emily Dickinson, para su desgracia, no había muerto.

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4 comentarios:

MarianGardi dijo...

Desde luego, los Frank no han muerto, hay tantos de ellos!!
Cuando una mujer comienza a brillar, el marido o compañero en vez de ser un colaborador, s econvierte en un competidor envidioso, lamentable!!
Lamentable que siga habiendo tantos Fox.
Besos Ricardo, parece que estas muy ocupado porque no se te ve.

Marisol Cragg de Mark dijo...

¡Qué historia!No sólo Frank era envidioso, sino también celoso... pero con cuidado tenía que andarse porque el perrito lo tenía en la mira después de lo sucedido.
Muchos saludos desde Berlín.

Daufen Bach dijo...

OLá Ricardo,
aqui conhecendo teu espaço, lendo-te, admirando tua escrita. apesar de ter dificuldades com a língua o compreendo perfeitamente. Muito bonito aqui!
O texto é maravilhoso e nos propõe a reflexão. Parabéns a ti.

Um abraço forte aqui do Brasil.

Anónimo dijo...

Pocas cosas corroen tanto el alma humana como la envidia. Me gustó la historia. Deja una sabia enseñanza. Gracias por hacerte seguidor de mi desván. Te deseo lo mejor. Un abrazo.