lunes, 16 de mayo de 2022

MANUELITA ENCUENTRA A DULCE MANDIOCA

Al hilo del poemario Dulce Mandioca para buscar a Manuelita, poetisa mochilera de Maribel Proietti Si la mujer es la protagonista de este libro, en la figura de Manuelita, guerrillera ecuatoriana, amante de Simón Bolívar, no es menos cierto que, a través de estos bellos versos, se va desgranando la figura de la mujer que lo escribe, la poeta venezolana Dulce Mandioca, pseudónimo de Maribel Proietti. Pero no son éstos un conjunto de poemas de amor, más o menos pasionales, van mucho más allá, pues en ellos se nos revela el rostro, el alma, los sentimientos, el cuerpo y la valentía de la mujer que fue Manuelita, pero que a la vez nos deja entrever todos esos aspectos de la personalidad de su autora, una mujer valiente, luchadora, a veces dulce, a veces dura y firme en sus convicciones. En este libro hay amor, claro, pero también angustia, ternura, liberación, deseo, pasión y una verdadera revolución a la hora de cantar y contar la sexualidad de la mujer, el sentir erótico de una mujer que vivió en el cuerpo de Manuelita Sáenz, pero también en el alma de Maribel Proietti, la poeta autora de estos versos, es ella y sólo ella la que se identifica con la figura de la amante guerrillera y la utiliza como excusa para descubrirnos su propia identidad, su manera de ser mujer, de enfrentarse a la vida con la valentía de una revolucionaria que no espera otra cosa que hacerse visible ante el dominio del hombre, en todos los ámbitos de la sociedad, pero no para pisotearlo y ponerse por encima de él, sino para ser tratada como igual, como persona, antes que mujer con todos los derechos y deberes que la sociedad le otorga y le pide para desarrollarse en plenitud, una mujer que se arriesga, que vive cada momento con la intensidad del presente, sin importarle el futuro, ni arrepentirse del pasado, su lucha es día a día, codo a codo con otras personas, que como ella, luchan por la misma causa. En realidad no estoy descubriendo nada nuevo, pues como ya nos dice en el prólogo el profesor Miguel Ángel Cervantes Almodóvar: “Este poemario inspirado y cantado a la ecuatoriana Manuelita, es más que la historia poética de una mujer excepcional. Siento que Maribel Proietti revive en su carne, en su piel de peripecia vital”. Es esa vitalidad la que rezuma en todo el libro, en cada poema, en cada verso, que nos dibuja a una mujer con unas enormes ganas de ser reconocida como tal, de amar y ser amada, de hacer valer su cuerpo y su alma en toda su dimensión en lucha contra el machismo imperante en una sociedad pensada y diseñada por y para el hombre. Ya en el primer poema nos dice: “…mujer fastidiosa / convierte / su piel / en hombre / no colocarlo / en una jaula / comparte / la cama / al igual / que otras…”. Así, con versos cortos, que, precisos como un bisturí, nos llegan directos al corazón y nos sentimos identificados con ella. No deja ninguna duda cómo vive el amor cuando dice: “… el querer / encendido / de un fósforo / que dura / un instante…”. En otro poema dice: … volver / alzar la bandera / en libertad de amarte sin cadenas…” para terminar diciendo: “ … yo aún pisando / el estiércol cruel”. Nos conduce por un erotismo desgarrador, sin ambages, como cuando dice: “…Vagina negra / que ruega / con el tiempo / que le des / vino seco”. Se mueve con tanta libertad, que hasta inventa su propia poesía, prescinde de los signos de puntuación y, a veces deja sin poner alguna palabra, la deja elíptica y en esa elipsis nos lleva a la sugerencia. Ha llamado mi atención el poema titulado Dulcinea, donde, recordando a la musa de Don Quijote, compara a Manuelita con una bella dama junto a su caballero andante y duerme junto a él cuando regresa cansado de su lucha, y casi al final, nos dice: “… eres boca / roja / y tetas / de luna llena / brindando / risas en risas / en vino / a otros Hombres”. En esos “Hombres”, así, con mayúscula, entiendo que se refiere a la humanidad entera, a este género humano que tanto ha vilipendiado a la mujer y la sigue golpeando, violando y matando, sólo por el hecho de querer ser una mujer libre en igualdad de condiciones con el hombre. Pero esa Dulcinea es también Maribel, nuestra Dulce Mandioca, que busca igualmente reconocimiento en un mundo de machos. No quiero terminar, sin antes agradecer a nuestra poeta caribeña, la gentileza de encargarme estas letras para ser leídas más allá del Atlántico, allí, junto al Pacífico. Una vez más se manifiesta que para las palabras no existen fronteras y agradecerle también que escribiera este libro que nos descubre a Manuelita, pero también a la mujer que vive en su interior y que por un instante la ha dejado aflorar en sus versos. Hace muchos años que nos conocemos y estamos en contacto a través de internet, pero desde hoy le quedo enormemente agradecido por este regalo que me hace desde allá, junto a los Andes. Gracias Dulce, gracias Maribel, por dejarme adentrar en tus versos y en tu ser íntimo y profundo. 
 
Ricardo Fernández Moyano 25 de febrero de 2018 Zaragoza (España)

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